El pasado 9 de julio un corredor norteamericano sufría una cornada en la bajada al callejón:
El de negro es «Brevito”, y el que está en el suelo con el asta en su muslo es Bill Hillmann, un corredor norteamericano. Cualquiera sabe que eso no es una gran noticia, salvo que el corredor en cuestión sea coautor de este libro, prologado por el mayor de la muy ilustre ciudad de Pamplona, Don Enrique Maya
El libro cuenta con la participación inestimable , en eso es poco original, de las divinidades: Julen Madina, Miguel Angel Eguíluz y Jokin Zuasti, a los que pronto habrá que dedicar una calle en Pamplona, o peor, un tramo del encierro.
Evidentemente la noticia no pasó desapercibida para los medios, en especial los del otro lado del charco, y se podían leer reseñas en la CNN, Los Angeles Times y muchos otros que venían a decir, más o menos, que el autor de una guía de supervivencia del encierro había sido corneado en Pamplona. Vamos, como si Frank De la Jungla hubiera sido devorado por una pitón en el Amazonas.
Arriesgada campaña de promoción, pensarán algunos.
Sin embargo, yo pensé que habría que ser muy inocente para no aprovechar ese filón para la promoción de un próximo libro relatando la espeluznante experiencia.
Pues bien, buceando un poco en la red ya podemos encontrar lo siguiente:
Y al parecer, si no entiendo mal la página de Amazon, estará disponible en julio de este año. Entre las frases para promocionar el libro se dice “novelista, corredor en España y corneado el pasado verano por un toro de nombre Bravito”…el cambio del nombre del toro imagino que obedece a motivos comerciales.
Como si fuera un excombatiente en Irak, la mejor prueba del valor es lucir la herida de guerra para confirmar la veracidad del producto, aunque también hay veteranos de Vietnam que mendigan por las calles enseñando una pierna destrozada por el napalm.
Voy a repasar bien el vídeo, a ver si fue una perfecta campaña de promoción premeditada. Cosas más raras se han visto. Aunque quizá la razón es pura y simplemente sufragar los gastos que le facturó el Servicio Navarro de Salud, que fueron, según cuenta en una entrevisa, de unos 12.000 dólares por su estancia en el complejo hospitalario.
Suena conspiranoico, sí, pero muy rentable, también.