En este blog se viven los sanfermines durante todo el año. Los sentimos un estapio lúdico, festivo y, también emocional. Pero, desafortunadamente, no es eso lo que ha trascendido este año en los medios de comunicación.
El Ayuntamiento de Pamplona ha desarrollado una campaña de sensibilización “Por unas fiestas libres de agresiones sexistas”. Somos una sociedad sensibilizada y estas actuaciones reciben un importante apoyo social en nuestra ciudad. Pero esta campaña y esta movilización ha quedado empañada por una agresión sexual especialmente grave y también, por qué no decirlo, tristemente mediática.
La noche del 6 al 7 de julio, cinco hombres que habían venido a pasar unos días a Pamplona por San Fermín agredieron sexualmente a una chica de 18 años en un portal de la calle Paulino Caballero. El debate está servido. Ella iba sola, tal vez besó a uno de ellos, no se defendió con uñas y dientes… El viejo argumento machirulo que dice que lo que nos ocurre siempre será culpa nuestra. El hecho, frio, duro, terrible, sobrecogedor, inaceptable… es que cinco hombres adultos (y dos de ellos dedicados a profesiones que se supone que se encargan de defendernos y cuidarnos) y su superioridad tanto numérica como física atacaron salvajemente a una mujer, casi una niña de dieciocho años, la grabaron en video, lo compartieron con sus amigos por WhatsApp, como si se tratara de un trofeo de caza y le quitaron el móvil para que no pudiera pedir auxilio.
No puedo entender cómo alguien (ni siquiera los abogados defensores de los detenidos) pueden dudar de la gravedad de lo ocurrido, burundanga mediante o no.
La joven a la que le ocurrió es una víctima inocente a la que hay que defender pero, en este caso, tampoco los sanfermines se merecen esto. Nuestra ciudad ha actuado de manera modélica, saliendo a responder desde el primer momento, deteniendo a esa manada en la Plaza de Toros durante el mismo encierro, investigando el caso, apoyando a la víctima. El resto ya es asunto de la justicia que decidirá la pena y la condena que requiere la actuación de estos cinco hombres.
Ahora, a los demás, nos queda analizar el asunto y tratar de decidir qué medidas pueden hacer que esto no vuelva a ocurrir.
Tenemos que recordar qué fiestas queremos, cuales son las imágenes que nos gustaría que salieran al exterior, qué visitantes buscamos… E iniciar una campaña para ir a por ellos y ahuyentar los que nos lo están impidiendo.
Yo, entretanto, quiero decir que me siento profundamente orgullosa de esta gran ciudad que se lanzó a la calle vestida de blanco y rojo para condenar con todas sus fuerzas y sus voces esta terrible agresión. Pamplona aspira a ser una ciudad libre de agresiones sexistas y, mientras las haya, lucharemos contra ellas con todas las herramientas que como sociedad avanzada, civilizada y reflexiva, tenemos a nuestra disposición.