8 años de andadura.
1.750 artículos publicados.
Más de 8.000 comentarios recibidos.
2.891 obras recibidas en el certamen de microrrelatos.
Cifras que empiezan a ser serias, cifras que dan idea de la dimensión de la producción literaria sanferminera que se está concitando alrededor de este doble proyecto.
Pero trascendamos de los números, que al fin y al cabo esto va de letras.
Y resaltemos el gran mérito que tienen para nosotros quienes se han plantado ante una cuartilla en blanco (nos gusta imaginarlo así), de ésas ligeramente rugosas, ¿verjuradas?, de las que absorben buena cantidad de tinta en cada trazo, con el bolígrafo o la pluma en ristre, y han tenido que imaginar por séptima vez una historia diferente relacionada con San Fermín o con los sanfermines.
A la vista del número de participantes puede parecer algo fácil, pero vive Dios que no lo es. Y menos tal y como debe hacerse en un certamen, tratando de complacer a un Jurado que busca tanto la calidad literaria como quedar impactado por ese giro decisivo propio de una buena historia, por pequeña que sea. Giro que bien puede ser dramático, humorístico, trágico, nostálgico, romántico, canalla… o cuantos adjetivos se nos quieran ocurrir.
Nuestro aplauso por tanto a los «esforzados de la pluma», y nuestro ánimo para que se sigan estrujando la materia gris y sigan alumbrando micro historias en años venideros.
Queremos también mostrar nuestro orgullo por tratarse este certamen de la única actividad literaria de tipo participativo reconocida con el sello MECNA.
Y finalmente, no podemos cerrar nuestro saludo sin el sincero agradecimiento a nuestros colaboradores (ver contraportada), haciendo especial mención a Laboral Kutxa, que se estrena este añoo como patrocinador principal. Sin ellos el certamen seguiría existiendo, pero no así por ejemplo este libro.
¡Ya falta menos!
Cuando se es consciente de que por nuestras manos pasan las ilusiones de los cientos de personas que cada año participan en este Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín, no podemos evitar los temblores, las dudas, no podemos evitar preguntarnos si habremos acertado con nuestro veredicto.
Temores que se dan sobre todo en ediciones como la del presente 2015, la séptima de este concurso, una convocatoria en la que el nivel medio de los finalistas ha sido tan elevado que no ha resultado fácil discernir un ganador, aunque, al final, ese trocico de la Baltasara nos haya robado el corazón, situándose un peldaño por encima del resto de seleccionados en los que la nostalgia, la emoción y la calidad literaria han sido protagonistas.
Además de nostálgico, ETDLB es un precioso cuento de amor a través de los tiempos siendo este tema, el amor, en sus distintas vertientes, el eje de la mayor parte de los microrrelatos finalistas que os presentamos a continuación.
El amor, sí, el amor, la más fuerte de las emociones, de esas emociones que huirán de cada poro de nuestra piel el primer lunes del próximo mes de julio.
A mediodía.
Eduardo Elizalde, Idoia Saralegui y Carlos Erice, miembros del jurado 2015
Primeros tres clasificados:
Ganador: «ETDLB» por Katixa Castellano Oyarzun
2º clasificado: «Existe un lugar…» por Esther Imízcoz Campos
3er clasificado: «24 orduko maitasuna» por Javier Sagardia Sarasa
Resto de finalistas:
4º clasificado: Una pequeña alpargata por Blanca Ujué Goñi Allo.
5º clasificado: Naroa y yo por Felix Senis Diez.
6º clasificado: El noveno número por Javier Casado Mayayo.
7º clasificado: Pure por Carlos Remón Sanjuán.
8º clasificado: Despierta, por favor por Laura Sanchez Godoy.
9º clasificado: Disimulo por Marialuz Vicondoa Álvarez.
10º clasificado: La pastilla de jabón por Amaya Carro Alzueta.
Nuestra enhorabuena a todos ellos, así como al resto de participantes en este VII Certamen.
Primer Premio
ETDLB, de Katixa Castellano Oyarzun
Para el tío Fermín
Ella estaba de niñera en la casa que hace esquina con Mercaderes. Se asomaba a la ventana como un clavo, sin faltar un día, por eso él empezaba al final de Santo Domingo y al acabarse la plaza se retiraba. Jamás eligió otro sitio diferente. En sus ratos libres de albañil, esa semana de julio, y durante cuarenta años, paseaba con boina verde dentro de la Plaza de Toros. Con el tiempo vinieron los hijos, cinco, y la nena, una; y con ellos la vida corriendo con ese galopar que casi nunca notamos en la nuca. Hasta que un día ella se fue a esperarle desde una ventana más alta. Demasiado alta.
Cuando el abuelo Paco tenía ochenta y dos años su hijo Miguel Ángel, preocupado de que siguiese con la costumbre, le preguntó:
Oye, papá, no estarás corriendo el Encierro, ¿no?
¿Yo?, no, el Encierro, no. Sólo el trocico de la Baltasara.
Segundo Premio
Existe un lugar…, de Esther Imízcoz Campos
Xabi y Svetlana se despidieron en un frío aeropuerto de Alemania. El erasmus había tocado a su fin, y con él su historia de amor. Atrás quedaban aquellos meses de conocerse, de divertirse, de comprenderse. Ahora, ella ponía rumbo a su Rusia natal, y él regresaba cabizbajo a Pamplona, con la sombría certeza de que difícilmente volverían a cruzarse sus caminos. Tras un abrazo que ambos desearían que jamás hubiera terminado, Xabi le preguntó, mirando fijamente a sus ojos vidriosos:
-¿Existe algún lugar en la tierra en el que podamos volver a encontrarnos?
Y ella, fantasiosa como siempre, respondió:
-Volveríamos encontrarnos si existiera un mundo al revés, un lugar donde pareciera haberse desatado una locura desbordante, un caos de felicidad y diversión, un inesperado gobierno de la alegría. Nos reuniríamos de nuevo en una tierra en la que imperaran la generosidad y el deseo de compartir, donde todos vistiéramos una sonrisa las 24 horas del día y donde siempre hubiera abundantes motivos para celebrar. Allí todos seríamos iguales, sin importar nuestra procedencia, edad o clase social. Solamente allí podríamos tú y yo volver a encontrarnos. Dime, ¿crees que existe ese lugar?
Tercer Premio
24 orduko maitasuna, de Javier Sagardia Sarasa
12:00etan
Elkarri begiratu diogu istant batez. Soari eutsi diogu, irribarre imintzio lotsatia banatu. Suziria lehertu da urrunean. Zapi gorriek zeru-sabaia dute estali. Jendetzak irentsi gaitu, olatuek bezala bultzatu, zirimola batean, eta betiko banandu korronte meneraezinetan.
16:25etan
Ezin dut begirada hori burutik kendu. Badakit begi berde berunezko horiek ikusi nautela. Badakit.
21:00etan
Hamaika edabez gorputza zikin, burua hordituta eta ikusmena lausotua izan arren, iluntzen hasten den ordu zehatz gabe horretan gutxien espero nuena gertatu da: goizeko begirada berdearekin topo egin dut.
24:00etan
«Ay Jalisco no te rajeees, me sale del almaaa…»
Irribarre bizi-lotsatien artean Jarauta kaleko zoru bustian elkarri lotuta dantzatu dugu, jira eta bira eroan, zorabiatu arte. Jorge Negretek kale bat beharko luke hirian.
01:05etan
Batu ditugu ezpainak. Batu ditugu mingain bustiak. Turrillas maisuaren oihartzun irrealen artean. Txun, txun, txun. Gainezka dago kalea, gu inoiz baino isolatuago.
03:45etan
Izerdiaren ostean, etxeko izara garbietan gordeta, nekeak harrapatu gaitu. Goizean bezala, elkarri begiratu diogu. Nire bularrean du burua pausatu. Denbora betiko gelditu nahi nuke.
12:00etan
Ez nau agurtu. Ez dit paper puska batean idatzitako oharrik utzi. Ez musurik eman masailean. Isil-gordean joan da. Hutsunearen zauria sentitu dut. Baina hozkailuan salda badago, eta zazpi gau ditut zain: «Alcé mi copa y brindé por ella…»
Amor de 24 horas
12:00 horas
Nos hemos mirado durante un instante. Hemos sostenido la mirada, esbozado una tímida sonrisa. El cohete ha estallado a lo lejos. Los pañuelos rojos han cubierto el cielo por completo. La multitud nos ha engullido, empujándonos como las olas, en un torbellino, separándonos para siempre en indomables corrientes.
16:25 horas
No me puedo quitar esa mirada de la cabeza. Sé que esos verdes ojos de plomo me han visto. Lo sé.
21:00 horas
Sucio el cuerpo de mil y un brebajes, en esa imprecisa hora a la que empieza a anochecer, aun borracho y con la vista nublada, ha pasado lo que menos me esperaba: he vuelto a encontrarme con la verde mirada de esta mañana.
24:00 horas
«Ay Jalisco no te rajeees, me sale del almaaa…»
Hemos bailado agarrados entre tímidas e intensas sonrisas sobre el mojado suelo de Jarauta, girando enloquecidamente, hasta marearnos. Jorge Negrete se merecería una calle en Pamplona.
01:05 horas
Hemos unido nuestros labios. Hemos unido nuestras húmedas lenguas. Entre los irreales ecos del maestro Turrillas. Txun, txun, txun. La calle está a rebosar; pero nosotros, más solos que nunca.
03:45 horas
Tras el sudor, en casa, resguardados entre las limpias sábanas, el cansancio nos ha atrapado. Al igual que esta mañana, nos hemos mirado. Tiene la cabeza apoyada en mi pecho. Me gustaría detener el tiempo para siempre.
12:00 horas
No se ha despedido. No me ha dejado una nota escrita en un trozo de papel. Ni un beso en la mejilla. Se ha ido a escondidas. He sentido la herida del vacío. Pero tengo caldico en el frigorífico, y siete noches por delante: «Alcé mi copa y brindé por ella…»