Choque de trenes 6


A todos nos ha ocurrido con total seguridad. El choque de trenes sanferminero. Dícese del impacto que ocurre en el momento de la reunión de la cuadrilla cuando una parte ha alcanzado hace mucho la velocidad de crucero y otra está arrancando motores.

El choque de trenes muchas veces es suave, pero, ¿cuántas veces ha sido traumático? En el caso de un muy buen amigo de un amigo mío, había tres choques clarísimos a lo largo de los sanfermines.

Uno era el del día 6, cuando el grueso de la cuadrilla, por culpa de lo laboral, se juntaba a media tarde con el fin de salsear un poco y hacer tiempo para cenar en el Goal, y allí, y siempre llegando tarde, confluían los energúmenos que llevaban desde las 9 de la mañana pimplando, y aparecían hechos unos auténticos ecce homos, tocando los cojones a los que todavía estaban en los albores del cozcor. Mal asunto.

Otro choque se producía cada tarde, o tarde noche. Eran tiempos de trasnoche y de poca chicha diurna. La cuadrilla tenía por costumbre quedar a la hora de cenar. Unos bocatas cerca de los fuegos, y tras éstos, botellón en la plaza de la O al que se incorporaban los provenientes de la corrida, salida de peñas incluida. Los unos recién pasado el cartel «Piva, comienza puerto», fríos, desangelados, pero voluntariosos. In crescendo. Los otros, en el mejor momento del día, en el nirvana sanferminero, con ese punto de alcoholismo tamizado por la amplia ingesta de todo tipo de manjares. Los unos de tertulia en la calma que precede a la tormenta. Los otros la alegría, la jarana, el bullicio (coñe, ahora caigo de dónde provienen los nombres de las peñas). No es un choque tan espeluznante como el primero, pero es malo. Los unos les rompen el ambiente a los otros, y viceversa.

Un tercer choque ya lo ha vivido mucha menos gente. Hay quien tenía la costumbre de quedar a partir de las 4 con la novia/o. (Paréntesis: ¿qué cojones tenían las 4 para ser la hora en la que tocristo lo hacía?). Y excuso contaros la brutalidad del choque que se producía. Lo que pasa es que el amor todo lo curaba, y el amor hacía compatible esas escenas que generaban misericordia, en la que el nivel de tajamiento del uno/a era directamente proporcional al amor demostrado por el otro/a.

Otros choques de menor calado (el de aparecer en la típica comida familiar sin haber pasado por casa desde hace un par de días, etc.) deberían ser dignos de ser citados también aquí.

¿Cuáles son vuestros choques de trenes?


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