7º clasificado: «Si tú me dices ven» – Federico García Fernández
Lo nuestro fue amor a primera vista.
Eran las ocho de la mañana cuando nos conocimos en Santo Domingo. No la isla, sino la Cuesta.
Él parecía un lirio blanco, con la faja y el pañuelo rojos como dos lazos de amapolas.
Nos hablamos con la mirada.
Aunque andaba distraído con el periódico en la mano, supo cuáles eran mis intenciones. En silencio, sin apartar sus ojos de los míos, se alejó calle abajo hacia la plaza del Ayuntamiento.
Me cautivó su cuerpo juncal de media luna y su juego de seducción, queriéndome a su lado y apartándome de él.
Pero yo no me rindo tan fácilmente. Si quiero algo, peleo por conseguirlo, y lo persigo con todas mis fuerzas.
¿Estaría aquel mozo burlándose de mí?
No me gusta que me humillen.
Si no me quería, que me dejara en paz.
Así se lo dije en aquel callejón donde, al fin, le di alcance.
Fue entonces cuando él decidió coger el toro por los cuernos, pero ya era tarde. A San Fermín no le quedaban más capotes.
Le dije adiós para siempre, dejándole con mis astas una rosa de sangre en el pecho.
8º clasificado: «Besta doinuen ufadak» – Leire Retegi Fernández
Bada denbora franko esku artean izan ez duena, hatzak jira-biran dantzatu ez dituena edo barrualdera festa giroa darion haize ufadarik bota ez diona. Gaur iluntzean kaxatik atera du. Azkenaldian, gero eta gutxiagotan eraman ohi du besazpian, adinak nahi baino geldiune gehiago jartzen baitizkio bere kale-grinari. Eta ingurua asaldatu berri duen izurriteak, are gehiago. Baina iritsi da Estafetako kontagailuak gerturatzen ari zela hainbestetan gogoratu dion eguna. Baita Kale Nagusiko, Pilar, iruindar amorratuak ere. Aspaldi hasia omen zen joten doinuei hautsak harrotzen, ingurua berotzen. Turrillasen kantu mitikorik ere ez zen falta, goizero, azken asteotan.
Bezpera da. Biharamunean elkar hartuko dute berriro; beraiek eta jende askok, leku askotakoak. Nota bakoitzean gogoratuko du Xabier, duela 30 urte Txilera emigratu zuen lagun kuttuna, hura ere txistularia.
Kaxatik atera, trapuarekin pare bat astinaldi eman eta mahai gainean paratu du, barrenak emozioz betetzen dizkion Biribilketa de Gainza partitura alboan duela. Hau ere mitikoa, uztailak 6ko eguerdiro udaletxeko atarian eta “La Pamplonesa” bandaren altzoan jotzen duena, gainera. Goiz esnatu, zuri-gorriz jantzi, bapo gosaldu eta Navarreriatik beheruntz abiatu da oinak arin dihoazkiola, dantzan ia.
5:50etako iratzargailuak jo dio Xabierri, zapi gorria eta txistua hartu, eta ordenagailua piztu du. Esnatze goxoa gaurkoa.
«Soplos de tono festivo»
Hace ya mucho tiempo que no lo coge entre sus manos, que no hace bailar sus dedos en torno a él o que no le introduce un soplo de tono festivo. Hoy por la noche lo ha sacado de la caja. Últimamente, cada vez lo ha llevado menos veces bajo el brazo, pues la edad le obliga a interrumpir su afición a callejear más de lo que le gustaría. Y más todavía la epidemia que ha perturbado todo el entorno. Pero ya ha llegado ese día que el contador de la calle Estafeta tantas veces le ha recordado que se iba acercando. Y que le ha recordado Pilar, la de la Calle Mayor, pamplonesa acérrima. Ya hace tiempo que había empezado a quitar el polvo al sonido de las jotas, a calentar el ambiente. Tampoco han faltado estas últimas semanas, cada mañana, las canciones míticas de Turrillas.
Es la víspera. Al día siguiente volverán todos a hacer piña. Ellos y mucha otra gente, de muchos sitios. Con cada nota, recordará a Xabier, su amigo íntimo que emigró a Chile hace 30 años, él también txistulari.
Lo ha sacado de la caja, le ha dado un par de sacudidas con el trapo y lo ha dejado encima de la mesa, al lado de la partitura de la Biribilketa de Gainza, que tanto le sobrecoge de emoción. Canción esa también mítica, que toca en el zaguán del ayuntamiento el seis de julio al mediodía y, además, en el regazo de La Pamplonesa. Se ha despertado temprano, se ha vestido de blanco y rojo, ha desayunado bien y se ha dirigido Navarrería abajo mientras las piernas se le iban las piernas, casi ya como bailando.
El despertador le ha sonado a Xabi a las 05:50. Ha cogido el pañuelo rojo y el txistu, y ha encendido el ordenador. Bonito despertar el de hoy.
9º clasificado: «Cumplir un sueño» – Javier Sánchez Campos
Ella le llamó al teléfono. «¡Me he despertado sola en la cama!». Él, apretando los dientes, sonrió a la multitud de presentes que abarrotaban la plaza. Se preguntó cómo había terminado allí. «Cariño, ahora no puedo hablar». Desde su privilegiada posición veía las charangas tocar, los pañuelos rojos ondear al viento, los chavales a hombros. «Para ti nunca es el momento». Los mozos jalearon. «Lo hablamos en casa, cariño, estoy a punto de cumplir un sueño». El barullo iba en aumento. «¿Un sueño? Tu cuadrilla te va a costar el matrimonio. Siempre igual la noche de antes del chupinazo». Le tocaron un hombro y alzó la mano libre, pidiendo tiempo. «Esta vez es diferente. Te tengo que colgar». Le indicaron dónde se encontraba la prensa y le instaron a mandar un saludo. «Como me cuelgues, te aseguro que será la última vez que…». Volvieron a presionarle el hombro. «Cariño, no es lo que piensas». Miró de nuevo la plaza y tomó aire. «Qué excusa tienes para no estar en casa, a ver, sorpréndeme». Le pusieron un mechero en la mano y señalaron el cohete. «Pon la tele. No lo vas a creer».
10º clasificado: «Zorioneko paktua» – Imanol González Álvarez
“Aurten ezin izango dut zurekin sanferminetara joan; emaztegaiarekin Conilera urtero legez abuztuan joan beharrean, uztailean joango naiz, oporrak aurreratu baititugu.” Hitz horiek asmoa zapuztu zidaten eta beren oihartzuna daukat oraindik gogoan; zure hitzena, alegia, lagun maitea, bai eta bularrean sentitu nuen zimiko zitalaren oroitzapen mingotsa ere.
Ezin izan nuen onartu, eta, orduan, amesgaizto batean agertu zitzaidan. Gizon dotore bat besterik ez zen: ez adarrik, ez bizarrik, ez buztanik… Begietara begira, ahots gozoz, munduko jairik onenetan zurekin egun batez egoteko aukera eskaini zidan. Ez zen musutruk izango, ordea: «Zeri egingo zenioke uko aurtengo uztailaren seian txupinazoa zure lagun minarekin Iruñean entzuteagatik?»
Eskaintza onartuz gero, nire begiek ez lukete berriro ikusiko ilunabarraren edertasuna. Gau guztiak ilunak izango lirateke niretzat, ilargirik gabekoak; eta egun guztiak lainotsu, eguzkirik gabekoak. Nire usaimenak ez luke atzemango goizetan kafe egin berriaren usain atsegina. Nire azalak ez luke eguzki izpien epeltasuna inoiz gehiago nabarituko. Nire bihotzak ez luke berriz sentituko maitearen begiek nire begiekin topo egiten duteneko zirrara, ezta anaiaren besarkadak ekartzen didan lasaitasuna ere. Nire belarriek ez lukete ostera gozatuko txorien kantuez basoetan, ezta mendi tontor baten aire garbiak nire birikak beteko ere.
Eta gaur, Iruñean, txupinazoa entzun eta zure ondoan ikusi nauzula, badakizu zein izan zen nire hautua, lagun.
«Pacto dichoso»
“Este año no voy a poder ir a los sanfermines contigo, pues hemos adelantado a julio las vacaciones en Conil a las que solemos ir mi mujer y yo cada año en agosto”. Esas palabras me arruinaron el plan y su eco todavía resuena en mi mente, el eco, sí, de esas palabras tuyas, querido amigo, al igual que el amargo recuerdo del tremendo pellizco que sentí en el pecho.
No lo pude admitir y, entonces, se me apareció en una pesadilla. Se trataba tan solo de un señor elegante: sin cuernos, sin barba, sin cola… Mirándome a los ojos, me ofreció, con una suave voz, la oportunidad de estar un día contigo en las mejores fiestas del mundo. Pero no sería a cambio de nada: ¿“A qué renunciarías por escuchar el chupinazo el seis de julio de este año en Pamplona con tu mejor amigo”?
De aceptar la oferta, mis ojos no volverían a ver la belleza de los atardeceres. Todas las noches serían oscuras para mí, no tendrían luna, y todos los días estarían envueltos en niebla, sin sol. Mi olfato no sentiría el buen aroma del café recién hecho por las mañanas. Mi piel no volvería nunca a sentir la calidez de los rayos del sol. Mi corazón no volvería a sentir la emoción de los ojos de mi amante juntándose con los míos, ni la tranquilidad que me trasmiten los abrazos con mi hermano. Mis oídos no volverían a disfrutar más de los cantos de los pájaros en el bosque, ni mis pulmones a llenarse del aire puro de la cumbre de una montaña.
Y hoy, en Pamplona, al oír el chupinazo y verme a tu lado, ya sabes, amigo mío, cual ha sido mi elección.