Conforme pasa el tiempo y uno se va asentando en la vida, los excesos sanfermineros se suelen traducir en una ganancia de entre 3 y 5 kilos en forma de acumulación adiposa alrededor de la cintura.
La teoría dice que en fiestas andas de aquí para allá todo el día y te deberías haber quedado como un espadín, sin embargo lo que más de uno nos encontramos es que el día 15 al cambiar la ropa blanca por la habitual, suele haber que hacerle un agujero más al cinturón y que cuando te sientas en el coche, te tienes que soltar ligeramente el pantalón si no quieres asfixiarte.
Entonces te preguntas ¿pero que coño he hecho yo para ponerme como un búfalo?
Uno empieza entonces a hacer memoria y balance de lo hecho en los días anteriores.
Ya el día 6 empiezas con un copioso almuerzo y/o comida con la cuadrilla, que según como se presente el día continua con cenorra y si aún tienes fuerzas se remata en forma de recena antes de irse a casa ‘porque no te vas a ir con el estómago vacío’.
Para los siguientes días, ya se sabe, cuando no hay un almuerzo de por medio, tienes una comida familiar, con la peña, la cuadrilla, los del trabajo o quien se tercie.
En los toros, ni que decir tiene que la merienda bien regada por sangría hiperazucarada es lo mejorico del día y es que si le quitas eso, para mí ya les pueden dar por saco a toros y toreros. Ya sabéis todos lo bien que entran a esas horas unas alubias con sacramentos, unos callicos bien hechos, o un sabroso tadjin, como podréis ver en el artículo de Estafetakoa del 1 de Septiembre.
Si después de eso te conformas con dos poticos y a casa, pues bien, de lo contrario a buscar algún sitio para cenar, donde procurarás pedir siempre aquello que más grasa tenga y que con más salsa esté recubierto para así untarte la barra entera de pan.
Con las reservas bien cargadas, te pondrás de alcoholes varios hasta las trancas y quizás en un alarde de facultades quemarás unas pocas calorías moviendo el esqueleto con una txaranga, en algún garito o en alguna verbena (esto último cada vez más difícil).
Antes de recogerse, ya se sabe que hay dos alternativas: bocadillo (que merece un capítulo aparte) o unos digestivos churros (mejor de la Mañueta).
Y así un día tras otro.
Luego pasa que uno se acostumbra a esa mala vida y que el 15 y siguientes a eso de media tarde te entra un hambre que te comerías a tu padre en fritada….
Ay sí, qué hambre entra la semana siguiente a las 19.30…
Ayer estuve preparando el menu para San Fermin Txikito.Si es que nos ponemos albardaus de jalar.
Pues nosotros en lo unico que nos hemos puesto de acuerdo por unanimidad para san fermin txiki, ha sido en apuntarnos a los calderetes, eso si bien regado con bebidas varias.
UMMMMM
que hambre…. y ya si éstas comilonas las cierras con una partida al mus con el pacharan y un purin…… bordao.
para andanada10:
!!! invitarme a los calderetes, capullos!!!!
jejeje un saludo.
a ver que pasa aki que me triplica los comentarios ….
ya se que son interesantes pero….
Has olvidado mencionar que la capacidad de engorde de los cubatas es directamente proporcional a su coste.
Y claro, cuando estamos amorraus en una barra no pedimos biosolanes, ¿a que no?
Yogüi pareces una ametralladora.
JE, JE, JE.