Que los sanfermines tienen su componente de dureza es indiscutible, sobre todo para los que no aprovechamos para cargar las pilas ni yéndonos a Salou unos días ni renunciando a hacer vida sanferminera normal el fin de semana.
El que suscribe se echa a la calle cada día a media mañana para disfrutar de la vista de ocho figuras acartonadas aparcadas mientras hay no sé qué almuerzos, para echar algún frito clásico (qué cambio en las barras de los bares, de la micrococina durante el año a la fritangada sanferminera), y los vermutes que procedan. Y hace tiempo decidió que no merece la pena volver a casa al mediodía. Esto eleva el presupuesto y agota a la muchachada, pero volver a casa al mediodía tiene el riesgo de caer en la debilidad, rendirse y apoltronarse.
Ahora bien, se crea un tramo muy difícil, justo después de comer, donde el sopor se impone. Pues bien, este año cayeron en mis manos unas invitaciones para el Casino Princnipal y ¡Oh sorpresa!:
Ahí nos esperan unos sofás señoriales en los que caerse del palco, con una mesa a la distancia suficiente como para alcanzar el gin tonic especial con sólo alargar el brazo. Gin tonc especial de ginebraTen, con semillas de cardamomo y con la tónica escanciada deslizándose por la varilla de revolver para que no pierda la burbuja… sólo falta el hielo seco, a ver cuándo llega a Pamplona.
Detrás, el cuarto de estar de Pamplona, con el ir y venir de gentes tan entretenido de observar desde la balconada. No niego que cae una pequeña koskadica, reparadora, regeneradora. Y a fe que no soy el único que cae en los brazos de Morfeo en la sala.
Y se va formando un pequeño revuelo en uno de los extremos de la sala, y es que a las cinco de la tarde da comienzo una tertulia taurina en la que Pedro Berrozpe, al que no se podrá acusar de no mojarse, disecciona la corrida del día anterior y aventura qué pasará en la del día. Y con algún invitado/a relacionado con el mundo del toro. Y aprendemos cosas tan curiosas como que está mal dicho «herido por asta de toro», ya que se llaman «astas» a los cuernos que se regeneran, cosa que no ocurre en el caso de los de los toros, por lo que se les debe llamar así, «cuernos».
Y de pronto jaleo fuera: las mulillas en su desfile hacia la plaza pasan junto al Casino, y detrás la Pamplonesa, y en el cogollo el reportero más dicharachero de la radio local.
Y tontamente se hace hora de dirigirse hacia la plaza de toros, no sin antes apurar ese segundo cubata que sabe riquísimo en la tranquilidad del ambiente y que termina de entonarte para encarar lo que viene…
Un descubrimiento. Uno de esos momentos íntimos de los que hablaba Estafetakoa el otro día, y casualmente en la misma franja horaria.
En fin, enfrentamos otra travesía del desierto, ¡¡¡ que nos sea leve !!!, por nuestra parte aquí estaremos para compartirla…
Ahora entiendo por qué llegas al tendido a las 18.29.
YO alguna vez también he compartido cubatas en el Casino a esa hora a proximadamente, y corres el riesgo de que en esos sofás un cacharro sean cuatro y salgas botijo perdido.
A mí también me ha pasado alguna vez, pero en el hierbín de la plaza del Castillo y con kalimotxo.
Dos cosas, el hielo seco ya ha llegado a Pamplona.
La segunda, como bien dice estafetakoa, creo que el segundo kubata se te alarga demasiado, ocasionando 🙂 en el gentío del tendido importantes trastornos.
Desde aquí mi agradecimiento público a los vecinos de arriba en el tendido por la paciencia que demuestran cada tarde dejándome acceder a la localidad con la lidia casi empezada.