En nuestras agendas sanfermineras, los actos del día a día suelen ser casi siempre los mismos. Eso no significa que todos los días sean iguales, ya que dependiendo de la compañía, del cuerpo que tengamos o del día de las fiestas en el que estemos, siempre los mismos actos son diferentes.
Yo casi todos los días voy a almorzar, suelo tener alguna comida, e incluso un par de días me siento a cenar. Pero lo que de manera irrenunciable hago todos los días durante las fiestas, acompañado de miles de pamplonicas, es tomar el vermú.
Creo que para muchos es el momento de encontrarnos con la cuadrilla para empezar la jornada y comentar la melopea del día anterior. Además en mi caso, es el momento que marcará si el día va ser memorable, bueno, o si va acabar después de los toros en retirada honrosa. Porque el vermú suele ser, con el almuerzo, el primer contacto con la priva del día. Si llegamos al vermú y del marianito no sobra ni el palillo de la aceituna. Si mientras te tomas la primera cerveza ya estas pidiendo la segunda. O si después de beberte el primer kalimotxo miras de manera cómplice a algún colega para que lo próximo sea katxi, la cosa promete. Sabes que todo va a ir como la seda y el gaznate llegara a la solanera en plenitud. Pero ojo!!! Porque si el alcohol penetra en tu cuerpo de manera tan alegre, puede provocar que tus amigos pasen a ser tres horas más tarde, australianas, neozelandeses o camboyanos y que decidas quedarte con ellos toda la tarde, justo el día que te tocaba llevar la merienda a los toros.
Si por el contrario, solo oír la palabra Martíni te provoca arcadas. Si cuando los amigos quieren cambiar de bar y tú todavía no le has dado un trago al vino. O lo que es peor, si cuando te dice el camarero que va a ser, respondes naranjada, limonada, refresco de cola o botellín de agua, da por bueno llegar a los toros, merendar a gusto y salir por la puerta grande retirándote con dignidad. Pero ojo!!!! Que también puede ser que después de dos horas pretando el esfínter, sudores fríos y tres pasos por el tualet temiéndote lo peor, un cubata a la desesperada sea la primera copa de un sinfín de ellas en uno de los días que acabara siendo de los mas antológicos de las fiestas, siendo el Ayatola del tendido, saliendo a hombros por el callejón y teniendo un affaire con alguna lugareña.
Ya os decía que el vermú será el que va a marcar como será el día. O no.
Y como consejo amigo, en el vermú se precavido, que hasta que no le des al jarro, no sabrás como acabara el cotarro.
Ese affaire con lugareña…, ¿con lugareña de qué lugar?
Lugano, Suiza.
¿Agitado, o mezclado?