¿Estamos tontos o qué? 3


Dejamos el coche en Ilzarbe, y arrancamos con la fresca tras haber revisado que todo estaba en orden. Sobre todo la cuña de Ronkari, la navaja y la bota de vino. Iniciamos la marcha a buen ritmo. Era 5 de julio y afrontábamos la última mañanera antes del parón veraniego.

La elección no había sido casual. Subiríamos al Txurregi porque, sin faltar a nuestra cita de domingueros con el monte, no nos queríamos despegar mucho de Pamplona.

La caminata se inició con el clásico silencio matutino pero al poco el monotema se fue apoderando de las conversaciones. Por increíble que pareciera, teníamos ya todo preparado y dispuesto para lo que se avecinaba. Esa misma tarde nos habíamos citado en el Gas para disfrutar, aunque sea con la limitación de los ventanucos, de la formidable presencia de los morlacos que las distintas ganaderías seleccionan para Pamplona.

Segregando ya los jugos sólo de pensar en ello, fuimos distraidamente ganando altura hasta plantarnos en el collado que separa al Txurregi de su hermano el Gaztelu, y nos enfrentamos, recuperando el silencio, a la pala que da paso al cresterío, y ganamos la esquina cimera sin mayor problema.

Y allá estaba. Resultaba paradójico divisar Pamplona desde ahí arriba, tan lejos o tan cerca, no se sabe muy bien, ya que en la distancia resultaba la misma de siempre, quieta, tranquila, serena. Como únicos indicios de vida cuatro columnas de humo de sendas fábricas. Y sin embargo, aun sin verlo, sabíamos que en ese mismo momento la ciudad sería un auténtico hervidero de idas y venidas, de llegadas, de reecuentros, de recados, de últimas horas, de nervios preludio de lo que se avecinaba… ¡qué bonito tiene que ser estar aquí a las 11 de la noche cuando se lanzan los fuegos artificiales…!

Absortos en esas imágenes, no nos habíamos dado cuenta de que había bajado mucho la temperatura y se estaba poniendo el día negro. Quiero recordar que fue el impacto de la primera bola de granizo lo que nos hizo reaccionar sacando aceleradamente los ponchos que todo buen dominguero siempre lleva en algún bolsillo de la mochila. Pero fue tal la violencia de la pedriscada que los plásticos terminaron hechos trizas.

En cuanto terminó la pedregada, literalmente chirriados, emprendimos el regreso. Fue verdaderamente difícil bajar la terrible pendiente de la ladera que lleva hasta el collado. Era imposible practicar el acostumbrado zigzagueo. Era más práctico deslizarse sobre las posaderas tratando de frenar con los tacones por delante. La superficie herbosa era una torrentera en sí misma.

Para habernos matado.

O lo que es peor, para habernos hecho un simple esguince de tobillo a falta de un día para los sanfermines.

Amigos y amigas, un placer haber compartido con vosotros y con vosotras otro año y aña.

¡¡¡¡ NO QUEDA NADAAAAAAAAAA !!!

¡¡¡ FELICES PATRONALES !!!

¡¡¡ VIVA SAN FERMÍN !!!

¡¡¡ GORA SAN FERMIN !!!


3 ideas sobre “¿Estamos tontos o qué?

  • solanera

    Mi chache «Pepehormas» estaría, de haber vivido, lo que tu vives y sientes en estos previos. Vivió la mitad de su vida entre vosotros. De hecho se sentía y le sentaba muy bien todo lo «navarrico», hasta lo gorra.
    Él que los había pastoreado en las rastrojeras de mi pueblo -no existían los cajones- y los había recebado con las ultimas «pasturas» de buenas habas y yeros, trilladas de nuestras eras, en la qué ya no se trilla, ni se aventa, ni se canta, ni se baila (en la vuestra sí que lo haceis), estaría gozoso, como lo estás tú, de asomarte, al menos, a los ventanucos del Gas para disfrutarlos.
    En mi pueblo, ya no está mi chache, tampoco estamos los primos, ni los compadres, ni los que aún «vestios» de ropa de trabajo íbamos a las «moniduras» (mitad lúdico, mtad religioso) porque en verano se sacan los «ganaos» de
    noche al amparo de la luna.
    Por otros sitios ya no hay Venta Real, tampoco Venta del Batán; cada día nos quedan del Toro menos cosas, y de tradiciones mejor olvidarse.
    Llevaba dos mañanas sin desayunar con vosotros; y menos mal que Sanferman ha puesto hoy esa descripción tan bella de la pedrisca que padeció, a la par de sensaciones tan maravillosas como las que se producen en estos días de espera, de los que contais sus horas, sus minutos y los segundos. Esperarla quizá sea tan bello como tenerla y vivirlo.
    Gracias por dejarme desayunar con vosotros.

    Saludos de solanera

    p/d yo también tuve una pedrisca un minuto antes de llegar a la cueva de la Peña del Águila de mi pueblo. Otro día os la cuento

  • A palo seco

    La pregunta con la que titulas el artículo imagino que es retórica, ya que la respuesta es evidente. Digamos que hacerse el Txurregi y el Gaztelu un 5 de Julio no es muy inteligente y menos para mendizales tan poco avezados como me parece que sois vosotros. Seguramente no contentos con ello, este año alguno de vosotros habrá soltado el típico ¿a que no hay huevos de volver al Txurregi? Y ya os estoy viendo al grupo camino a la cima y orgullosos de semejante estupid…..

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