Salí de Massachusetts con gran alegría. Con la ayuda de un sobrino iba a conocer de primera mano la fiesta de San Fermín.
Paseé por la ciudad y me fui pronto a dormir. El día siguiente iba a ser muy intenso.
Me sorprendió el gran cambio que dio la ciudad. A mi llegada el día cinco toda la localidad parecía estar con prisa y nadie hablaba con nadie. Todo era diferente tan solo horas más tarde. Las sonrisas adornaban los rostros cuando estábamos almorzando antes del chupinazo. El camino hacia la plaza me recordó a mi país. Policías por todos lados, incluso, en los tejados. Pregunté, algo asustado, y me dijeron que me tranquilizase, era solo para evitar que pusiesen un trapo de colores.
La situación era algo extraña, mucha gente bebía alcohol en la calle, sin ni siquiera llevarlo en una bolsa, sino en forma de litrona. Tuve que juntarme con un grupo de ellos ya que me robaron la cartera.
Me gustó el paisaje nocturno de Jarauta. Puestos con salchichas y hamburguesas en las calles, ¡me recordaba tanto a la comida de allá!
El día siete fue más el más duro. Fui al encierro con intención de coger el cuerno del toro como mi gran ídolo literario Ernest, tal y como estaba dibujado en los carteles por toda la ciudad. Pero no pude. Atravesé una raya amarilla y decenas de policías municipales me bloquearon y me llevaron al cajero más cercano. San Fermín está bien pero sale caro. Entre el typical price in pijochozna y la multa por pisar una línea me estaban consagrando.
Pero lo peor estaba por llegar. Mi sobrino me dijo que como había sacado a subasta la comparsa de gigantes, ahora los tenían que bailar él y su cuadrilla. ¡Lo que pesaban! Más vale que el día anterior ya había descubierto la typical chistorra. Los bailamos al ritmo del himno americano. Como una multinacional había patrocinado el baile, se podía elegir canción. Sin duda, el momento más emotivo que viví en la fiesta.
Así que, cansado y sin dinero, me volví a mi querida tierra norteamericana.
El año que viene volveré sin dudarlo. Todavía me queda mi gran sueño. Hacer como en el gran rodeo americano pero en el encierro de San Fermín. Quiero subirme encima del toro. Otra gente corre a su manera y no pasa nada. ¿Por qué no hacerlo yo? Tengo que buscar patrocinador para la camiseta y así recuperaré el dinero de las multas. Además ensayaré para poder tocar las dianas en la banda municipal de Massachusetts, seguro que La Pamplonesa sale a concurso en breve también. Podríamos tocarla la uno y la dos a ritmo de country, sería maravilloso.
Y es que en esta ciudad me siento como en mi propia casa, no entiendo cómo me pude cruzar con tanta gente de Pamplona que huía despavorida de su propia fiesta.
Pdta: Gracias a los que os acercasteis el pasado 25 de abril a conocer de primera mano el santo grial sanferminero.
¿ Profecías ?