Fallo del jurado del XIV Certamen de Microrrelatos de San Fermín


Estimados amigos y lectores, esta misma tarde a las 19:00 en el Palacio del Condestable de Pamplona, se ha hecho público el fallo del jurado del XIV Certamen de Microrrelatos, con los siguientes resultados:

Primeros tres clasificados:

Ganador: No me despeines por Milagros Arizcuren Balda.

clasificado: Por fin conozco a mi nieta por Josu Álvarez de Eulate Navarlaz.
clasificado: Picarona por Carmen Remírez Barragán.

Resto de finalistas:

clasificado: Con dos días basta por Ignacio Navarro Otano.
clasificado: De rebaño por Jesús Gella Gago.
clasificado: Desconexión fallida por Juana María Igarreta Egúzquiza.
clasificado: Si tú me dices ven por Federico García Fernández.
clasificado: Besta doinuen ufadak por Leire Retegi Fernández.
clasificado: Cumplir un sueño por Javier Sánchez Campos.
10º clasificado: Zorioneko paktua por Imanol González Álvarez.

Nuestra más calurosa enhorabuena a todos ellos, así como al resto de participantes en este XIV Certamen que nos han hecho disfrutar con sus trabajos.

Y sin más preámbulos, aquí tenéis el texto ganador al que seguirán la próxima semana el resto de textos en sucesivas entradas:

NO ME DESPEINES – Milagros Arizcuren Balda

¡Qué orgulloso iba! Llevaba a su hija a hombros, con el vestido blanco y un pañuelo rojo al cuello. La niña le enredaba los rizos con sus manos y él le decía “no me despeines y agárrate fuerte para no caerte”

Iban por la calle disfrutando del ambiente, la música, la gente que iba y venía de un lado a otro. Al cruzarse con la vendedora de globos cedió a los deseos de su hija y un poco más adelante le compró también una pulsera de colorines. Con las manos ocupadas la niña seguía revolviendo los rizos de su cabeza y él le insistía “no me despeines y agárrate fuerte para no caerte”.

Recorrieron las calles en busca de los gigantes, se emocionaron con sus bailes y escaparon de Caravinagre antes de que les atizase. Después en las barracas se montaron en los caballitos y la niña comió el barquillo del vino dulce.

Al atardecer, cuando estaban en la plaza del ayuntamiento su hija propuso ir a ver el encierrillo y le dio un beso mientras revolvía los escasos pelos de su cabeza. Él le contestó “no me despeines y agarra fuerte la silla de ruedas para que no me caiga por la cuesta”.