Otro día Lola apareció con un grupo de seis noruegas que habían acabado con todas las reservas de sidra de la ciudad y las hizo colocarse delante de mí a cuatro patas, conformando con sus enormes y blancos culos la pared de un frontón, en el que jugué un partido a pala contra un tipo cuya cara me resultaba remotamente familiar, tal vez del colegio, o de la piscina, lo que sí era fijo es que pertenecía a La Jarana, una peña que lleva la faja y el pañuelo de color azul, y allá estaba yo, con la mía roja, de modo que rápidamente los dos comprendimos el juego, éramos pelotaris, él le arreaba un viaje a alguna de las noruegas con su herramienta y después yo tenía que devolver el tanto, tratar de mejorarlo. El de La Jarana no fue rival para mí, se cansó pronto, no aguantó los tantos largos que le mandé, los dos o tres minutos en que me fui demorando cada vez que se la metía a una de las nórdicas, ni cuando enviaba mis pelotas a los extremos, donde rápidamente observé que se encontraban los dos culos más duros, poco a poco se fue ablandando, excitándose con mis embestidas certeras y prolongadas, y al final fue incapaz de restar uno de aquellos lances, la herramienta se le cayó de las manos, fláccida, después de correrse sin sacarla de entre las nalgas de una de las chicas, muy mal, nada profesional, la eyaculación tiene que ser como un pelotazo, aquello no valía para nada, por mucho que lo adornara soltando un alarido que parecía un estertor, una rendición, y en el que a mí se me hizo la luz, reconocí a aquel tipo, era el cantante de un grupo jevi con el que habíamos compartido en una ocasión local de ensayo y al que yo le tenía ganas porque el Child in time de Deep Purple le salía mucho mejor, pues ahora que se jodiera, todavía le hice sufrir un poco más peloteando en cada uno de los culitos de las chicas, un par de dejadas en uno, una al aire en otro, y vuelta a empezar, hasta que me cansé y me corrí como Dios manda, con un chorro profuso que alcanzó cada una de las seis losas de aquel frontón de carne.
Fragmento de «¡Oh, Janis, mi dulce y sucia Janis! Memorias de una estrella del porno (amateur). http://ohjanis.blogspot.com.es/
Qué grande es Dick Grande.
En la mundo real tendría que haber más amigas como Lola…
Este fragmento me recuerda tanto a mis noches sanfermineras….
Sois unos enfermos. Yo aquí lo que leo es la crónica de un partido de una modalidad de pelota que debería prodigarse más: el SHARE…
Yo solo practico la MANO.