Sipnosis: el maestro Chapete, el Huracán de Bacalar, ha sido secuestrado nada más llegar a la ciudad. Su futuro Suegro, Chapote Clim, mafioso mexicano y padre de su prometida Carlota, inicia una búsqueda en medio de los Sanfermines.
6 de Julio 04::25 AM
Hotel Sancho Ramírez
11 º, desapacible.
El parque Yamaguchi permanece cubierto de una fina escarcha. La noche está siendo gélida y larga. En la suite 701, nadie ha dormido. Desde la desaparición del maestro Chapete, todo ha ido de mal a peor. Pepote Clim, visiblemente afectado, no hace más que morderse los nudillos de rabia ante el dolor hiriente de Carlota que, desconsolada, no para de llorar, ante la inesperada ausencia de su amado. Unas botellas de tequila reposado intentan anestesiar la desesperación que inunda la lujosa estancia.
Hay dos personas sin embargo que no probarán más el néctar mexicano: los guardaespaldas, que siguiendo una ancestral costumbre, han sido repatriados inmediatamente a México, con los pies por delante. Pepote Clim siempre jugó duro. Eso todo el mundo lo sabe.
La policía ha sido avisada, pero no es una opción recomendable. Nunca lo fue. Un gato no pide ayuda a un perro. Le queda su fiel lugarteniente Tiburón, cuya lealtad ha sido mil veces puesta a prueba. El problema es que están sumergidos en una ciudad europea, desconocida para ellos, y encima, en plenas fiestas donde la gente va vestida y bebida por igual. Esto va a ser un desafío y de los buenos. Se han pedido refuerzos a la banda de Bacalar, pero de México no se viene rapidito que digamos.
Tras muchas indagaciones por parte del dueño del Hotel, Don Sancho, han dado con una persona que se amolda como un guante a esa descripción. Ya debería estar aquí. Empezamos mal, musita para sus adentros. Como no sea bueno le pego dos tiros aquí mismo.
La puerta de la estancia, como leyendo sus pensamientos, escupe tres golpes haciendo que vuelva a la realidad. Al abrirse, una enorme silueta pegada a un bigote hace aparición. Bueno, al menos su apariencia promete, ya que tiburón, a pesar de su fiero mote, no le llega a los hombros. Ahora bien, a cojones sería otro cantar.
-Buenos días, Creo que me están buscando.
-En efecto, señor. ¿Cómo quiere que le llamemos?
-Papytu sería lo adecuado.
-Haga el favor de sentarse- abriendo la caja Pepote Clim le ofrece un puro-¿Gusta?
-Si se empeña- contesta Papytu- ¿en que puedo ayudarle?
La siguiente hora se invierte en poner al corriente de todo a Papytu, que atento, fuma con deleite el puro Te Amo Toro que le han ofrecido. Excelente, poderoso y largo, con aromas a especias, le proporciona una hora de buena fumada y una excusa para no mirar todo el rato a los ojos de Pepote, irritados y apunto de estallar.
Otra vez la puerta vuelve a quejarse, con tres toques más quedos y espaciados. Al abrirse, hace su aparición Don Sancho, pálido como la luna que impera en el parque .En sus manos porta un sobre tamaño folio.
-Don Pepote, han dejado esto en recepción a su nombre
-¡Tráigalo ya menso!- bufó Pepote.
El silencio vuelve a dominar la estancia. Tan solo el sobre, rasgado con impaciencia, lo rompe. La cara de Pepote empieza a tomar un color rojo Burdeos a la vez que su yugular amenaza con estallar de un momento a otro.
-¡Que chingo es esto!- gritó a la vez que deslizaba el sobre entre las botellas de tequila y demás hacia Papytu
Papytu, en los estertores del puro, estudia atentamente la foto. La verdad que al principio él tampoco entiende nada. Es un primer plano de la cara de Chapete, con claros síntomas de estar bajo los efectos de algún narcótico. Su sonrisa bobalicona y ojos entrecerrados así lo atestiguan. Lo inquietante esta en segundo plano.
Dos tetas, dos, enormes como la cabeza del maestro, le escoltan ambos lados del rostro, como dos almohadas, acogiendo entre sus pezones la cabeza de Chapete. La verdad que es una foto impactante.
Tras un minuto eterno, Papytu, genio y figura, se atusa el bigote y anuncia:
-Yo he visto esas tetas. En esta materia soy una eminencia, créanme.
-No mames werito, que le coso a balazos- Le espetó Pepote.-como se tome esto a broma, ya puede hacer testamento.
-Si me pueden traer el periódico de ayer, por favor, tengo una intuición.
Cani, el mozo de espadas, sale raudo y veloz hacia recepción para conseguirlo. En la 701, el gabinete de crisis, en silencio, espera inquieto.
(Continuará)