El imptrevisto ataque del Manhatan


Iruña, 10 de julio
17:00 M
c/San Nicolás.

No era un bar cualquiera. Era algo más. Los camareros, además de rápidos, tenían “savoir faire”. La clase destilaba en cada hueco de sus poros. No impostaban. Eran ellos. Su oficio. Diligentes. Profesionales.

A pesar de todo, a Papytu, sin embargo, le costó llegar a su nivel. Aquél verano en el Marriot de Casablanca poniendo Dry martinis quedaba tan lejano. Estaba desentrenado. Se deslizaba por la barra como un patinador agarrado a un mono borracho. Parecía fácil. No lo era.

Todo ello estaba en su cabeza. Conocía a su rival, “El Sensei del hielo”. El arte de la guerra, creía recordar. Arcana lectura en tiempos pasados. Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo. Nunca saldrás derrotado.

A un profesional no se le encierra a la primera, musitaba para sus adentros, mientras la barra, repleta, reclamaba su atención. Más rápido, azuzaba el dueño del local. Una cadencia al servir premeditada. Servicio bueno, otro también, malo el tercero, cuarto fetén. El fatídico compás de tres al cuatro. Esperar a la presa. La paciencia como aliada. Tan difícil. La trampa dispuesta.

En un abrir y cerrar de ojos, sed encontró con un ángel enfrente suya. Una interminable melena negra abrigaba dos faros azules. Impolutamente blanca. Uno, dos, tres segundos, aguantando su mirada.

-One Manhatan , please.- susurró, a la vez que se sacaba una pitillera y Dupont incluido.
-Perdone , pero aquí no se…
-¿No se puede qué, Papytu?- respondió mientras estampaba el humo contra su rostro. Quien te ha visto y quien te ve.

Sacando lentamente el vaso mezclador , empezó a meter hielo , uno a uno. Con lenta cadencia.

-¿También estás metida en esto?

-¿Tú que crees?- respondió- Mirando a la barra, prosiguió fumando mientras miraba hacia el infinito.

-Menudo antro. No tenéis ni wiskey canadiense. Pónmelo con Glen Grant y no te pases con la angostura, cariño.

Un largo escalofrío recorrió la espalda, relámpago en forma de recuerdo. Era Susy. Seguía manteniendo una esencia que pocas mujeres han logrado mantener unos días. Ella llevaba por lo visto una década instalada en ella.

La copa de Martín helada encima de la barra. Por encima de ésta, ahora sí, un cruce de miradas diciendo todo y más. La música empezó a subir como un cohete. El bar entero botaba. Ellos, tan solo se contemplaban.

-Esto es un aviso , Papy. Me envía Él. Te ruega que te apartes de su camino. Como deferencia por los viejos tiempos. Nos ha salido nostálgico. Tienes 24 horas para largarte. Este bar va a estallar de todos modos con o sin ti.

Después de dos centilitros de vermouth italiano, se atrevió a contestar con voz queda.

-No pienso huir. Aquí le espero. Tenemos cuentas pendientes. Ya sabes, el debe y el haber tienen que cuadrar.

El twist de limón coronaba el Manhatan. Estaba de foto.

Cogiéndolo con delicadeza, Susy cató el cocktail. Una sonrisa digna del gato de Chesire. Acto y seguido, se lo tiró a la cara.

-Esto por traidor y buen barman.

Papytu se tuvo que secar con el lito la cara. Para cuando se enjuagó el Manhatan de la cara, ella no estaba. Había marchado tal como vino. Sin anunciar.

En el bar, atronaba la gran Tina Turner:

“You´re simple te best
Better than all the rest
Better than anyone, anyone I´ve ever met.”

*”Tú, eres simplemente el mejor
Mejor que todo el resto
Mejor que ninguno que haya conocido”