Infantomines


En el tramo de edad comprendido entre los cinco y los catorce años de edad, también pueden vivirse durante los Sanfermines muchas experiencias vitales y realizarse multitud de actividades, entre ellas:

– Puedes llegar a conocer los nombres de todos los personajes de la Comparsa, sus profesiones y sus lugares de procedencia. De sus porteadores, ya es otro cantar. Y conforme vas creciendo, te das cuenta que cada vez les tienes menos miedo y pasas a querer tocarles las pelotas,  ojo, que no las vergas, para que te persigan.

– Puedes, si cabe más todavía, sacarle chispas al toro de fuego.

– Puedes no cansarte nunca de explotar petardos.

– Puedes tener tus primeras nociones de economía familiar cuando visitas con tus padres las barracas. Y aprender el significado del verbo administrar y sus múltiples sinónimos: regular, dosificar, ajustar, escalonar, fraccionar………

– Puedes ver ¨ciegos¨ a tus padres por primera vez, y lo que puede ser peor, sufrir en primera persona sus resacas.

–  Puedes hacer que «quiero eso» y » cómpramelo» hagan de «papá» y «mamá» palabras compuestas.

– Puedes llegar a tener un conocimiento mayor que los municipales de los puestos ambulantes despedigados por toda la ciudad y de la totalidad de productos que en ellos se venden, desarrollando además una curiosa habilidad para querer detenerte en cada uno de ellos para desesperación de muchos de tus acompañantes.

– Puedes subirte sólo, con tus hemanos o con los colegas a casi todas las barracas.

– Puedes acudir a la ofrenda floral al Santo y sin saber la razón, tener que ir más inmaculado y repeinado que nunca.

– Puedes tener que recitar de memoria varios teléfonos familiares y tu domicilio antes de salir de casa.

– Puedes no entender jamás por qué entre todos los días de fiestas haya uno sólo al que le denominan Día del Niño.

– Puedes pegarte los primeros buenos madrugones de tu vida para ir a la Plaza a ver el encierro y de paso ir familiarizándote con el aroma característico de sus tendidos, partirte luego de risa con el espectáculo de las vaquillas y rematar el amanecer con un buen desayuno fuera de casa.

– Puedes convertir en clásicos sanfermineros la visita a los corrales del gas, al circo, a la corrida vasco-landesa o a las exhibiciones de deporte rural.

– Puedes conseguir alguno de los palos de los fuegos artificiales que caen desde el cielo.

– Puedes colarte a las primeras filas de muchos de los actos y espectáculos sin recibir reproches.

– Puedes acabar las fiestas con tu cuarto lleno de peluches gigantes.

– Puedes encapricharte con alguno de los actos sanfermineros y emperrarte en acudir a ellos todos los días para sufrimiento y pesar de tus progenitores. Especialmente dantesco resulta para ellos si el acto que eliges es el encierrillo, que dura escasos segundos y comporta mucho tiempo de espera; o qué decir si son las mulillas, que para las cinco y media de la tarde los haces salir ya con toda la tropa fuera de casa.

– Puedes pasarte todas las fiestas sin salir de Conde de Rodezno y disfrutar de Gorgorito, de los encierrillos txikis, de los zancos, de los talleres de malabares, de los talleres de pintura, de las colchonetas, de los karts…..

– En fin, éstas y muchas cosas más. Los más espabilados y cabroncentes conforme se acercan a los quince empiezan a demandar más cosas que se suelen experimentar en las fiestas de los quince a los veinticinco años y que contaremos más adelante.