IV Edicion Certamen Internacional Microrrelatos San Fermín


Gontrán Cháfer Reig (Monreal, Navarra)

Reprimenda

Eran las 4:47 de la mañana. Irati llegó a casa agotada. Desde las 7 de la tarde no había parado: las jotas en el Paseo Sarasate, los pinchos en San Nicolás, el concierto en la Plaza del Castillo, las cervezas en Estafeta… Una noche inolvidable en la que, además, había flirteado con un mozo valenciano con el que había quedado para ver el encierro en la curva de Mercaderes. Pero, a pesar de su juventud, aunque a sus 19 años se encontraba en plena forma, necesitaba descansar. Abrió la puerta despacio. Se quitó el pañuelico y la faja y se dirigió al aseo. De repente, en medio del pasillo, apareció su padre abrochándose el batín. Estaba despeinado, legañoso, con el semblante hosco de quien ve interrumpido su sueño en mitad de la noche. Irati lo miró sin decir nada. De pie frente a él, esperando un sermón, se preguntó quién le había asegurado que en sanfermines el mundo se daba la vuelta. Entonces su padre, sin variar ni un ápice la seriedad de su rostro, le espetó: «¿A dónde crees que vas? Te dije que no volvieras a casa antes de las 6 de la mañana. ¿Cuándo vas a aprender a desmadrarte?».

 

Angel Garcia Garcia (Ferrol, A Coruña)

Un puñado de arena

Un mal día lo tiene cualquiera, pensé. Ahora sin coche, sin pareja y sin trabajo. Las ocho de la tarde marcaba el reloj, con lo cual aún habría tiempo para algún percance más. Dejé las llaves en la entrada, en donde siempre, al lado del cenicero del último viaje con ella. Abrí una cerveza y me senté en el suelo del balcón. Metí la mano en el bolsillo de atras del pantalón y al sacarla estaba llena de arena. Hacia mucho tiempo que no me ponía ese pantalón. La acerqué a la cara y sentí como el cuerpo se me erizaba. Ese olor… cerre los ojos y la volví a respirar. Corría delante de un toro enorme, bestia azabache que hacia temblar los adoquínes del suelo solo con su aliento salvaje. Corría en un estado de extasis entre el vocerío y la luz. El cielo debe ser blanco y rojo, sangre y vida pensaba mientras el aire se volvía cada vez mas denso. Galopaba por momentos con la mano sobre ese animal de mas de 400 kilos, como parte de su manada, como una estampida en plena llanura, no me importaba nada más que sentir vida cuando vi aparecer la plaza. Guarde la arena.

 

JOSEP MARIA RODON CERVERA (LA ESCALA, GIRONA)

7 DE JULIO… ¡SAN FERMIN!

Hace ya mucho tiempo… fueron dos jorobados a los Sanfermines… Sorprendentemente, uno de ellos vio que al otro le había desaparecido su joroba… – ¡Cómo te lo has hecho?, -le preguntó-. Este le explico que había sido muy fácil. Que había una casa, en las afueras, donde vivían unas Brujas. Que por la noche se acercó y, sé quedó quieto junto a su puerta. Entonces escuchó como las Brujas cantaban: – Uno de Enero: dos de Febrero; tres de Marzo, cuatro de Abril; cinco de mayo; seis de Junio; siete de Julio… – ¡San Fermín! -se adelantó gritando el jorobado-. Oyendolo, las Brujas salieron de la casa y le quitaron su joroba. El otro hombre, sorprendido y esperanzado, se dirigió la noche siguiente, todo nervioso, a la casa de las Brujas, con la seguridad que sería la última vez, que arrastraría su joroba… No tardó mucho en oír como cantaban las mujeres: – Uno de Enero; dos de Febrero; tres de Marzo; cuatro de Abril; cinco de Mayo; seis de Junio; siete de Julio… – ¡Ocho de Agosto! -exclamó el segundo jorobado, muy nervioso-. Y las Brujas, saliendo de la casa al oirlo, en vez de quitársela…, le añadieron la del otro jorobado…

 

Mauricio Runno (Las Heras – Mendoza, Argentina)

Que te aplasten

Me encierro, no me encierro, mucho, poquito, nada. Mantra urbano. Me decido, no me decido. Pausa para escoger entre lo mucho, lo poquito, la nada. Un hemisferio dice que sí. El otro ya sabemos lo que dice. Que tengo unos días para hacer nada, lo que ya es hacer algo. Que esos mismos días debería aprovecharlos mejor, dice el hemisferio, ese al que mejor, para no caer en el desánimo, no conviene transcribir. Si pienso en la paz, el otro entra en guerra. Si creo que el problema del país es el desempleo, el otro, de inmediato, se ocupa, se emplea, descarga su potencial. Creo que debería salir de la ciudad, desatender ese hemisferio, esa voz que a veces me deja paralizado, como a mitad de camino, sin saber cómo regresar. Sí, hemisferio, saldré de la ciudad. Viajaré estos días. Suerte que te llevo conmigo. Vamos a la cuesta de Santo Domingo. ¿Que no es conveniente, eso es lo único que se te ocurre decirme? Iremos a Santo Domingo, y desde allí correr hasta la plaza del Ayuntamiento. Vendrás conmigo, hemisferio. Nada podrás hacer por detenerme. Y acaso hasta me consiga librarme de ti. Que vengan los toros, que te aplasten.