IV Edicion Certamen Internacional Microrrelatos San Fermín


Javier Pulido (Madrid, Madrid)

El aliento del toro

Me muevo cada vez menos, estoy angustiada, aprisionada y mi baño de agua dulce se esfuma; veo luz, tengo frío, mucho frío y puedo escucharme, gritar incluso estirarme. Oigo llorar y algo me abraza, arropa mi gélido cuerpo. Huelo a piel de algodón, a leche ¡es irresistible! Me llega un olor distinto, fuerte, cálido, que me acaricia con manos rasposas. Los ojos me pesan como losas. La luz nubla mis párpados. Alrededor, escucho voces, creo que el olor fuerte se marcha. Algo me coge, está blandito y confortable. Una ventana se abre ¡qué griterío debajo de mi! El aire es fresco, limpio e impregnado de dulces aromas a flores y verde. La pared blandita en la que me apoyo, suena más rápido, algo pasa. Se intuye una voz marchita. El bullicio aumenta, me duelen los oídos y no puedo parar de llorar. Vuelvo donde no corre el aire. Me mueven mucho, creo que ya conozco todo. Ahora, la gente grita más agudo fuera. Los golpes de mi cabezal de algodón se detienen. Llaman a la puerta. Es el olor fuerte de nuevo. Hay algo más, entre fresco y mortecino. Todo pierde intensidad, se va otra vez. Caen gotitas sobre mi cara y no cesan.

 

GLORIA ARCOS LADO (Madrid, Madrid)

LA ALGARABÍA DE LA FIESTA

Los jóvenes llegaban felices y amontonados de cualquier forma desde Zaragoza, en un coche destartalado, ávidos de fiesta y alegría. Venían a comprobar si todo aquello que les habían narrado sobre la fiesta de San Fermín era cierto. Y es que, aunque tenían muchas referencias de amigos y a través de noticias de los medios de comunicación, lo que hallaron en Pamplona, superó con creces sus expectativas. Allí la pandilla de amigos compartió, además de la alegría contagiosa y festiva, un compañerismo desconocido hasta entonces. En apenas tres días de convivencia, los jóvenes, que apenas se conocían, estrecharon una amistad que habría de perdurar más de tres décadas. En las plazas y calles de la bella Pamplona vivieron en esas pocas jornadas junto a nacionales y foráneos, la belleza indescriptible de sus toros, bailes y fiestas. Todo ello aderezado con un deseo infinito de poder compartir, hasta con los desconocidos, un acontecimiento único, que recordarían a lo largo de toda su vida. Ahora eran capaces de entender la razón de porqué los mozos cuando terminaban las fiestas de San Fermín entonaban el “Pobre de mí”.

 

Benito Escudero de la Fuente (Combarro, Pontevedra)

Encierro.

Nunca había visto un toro y sintió la atracción de correr delante, no de uno, sino de toda una manada brava. Es transgresión y alivio. El desafío estimulante del Riau Riau entonado. Es continuar el riesgo convertido en costumbre urbana por un carnicero que saltó la prohibición municipal. Alma intrépida y ejemplar. Carne y olor de toros salvajes. Es libertad. Es intensidad, mucha intensidad. Pureza blanca y sangre intensa son los colores de la fiesta. Excitación y emoción intensa individual y colectiva. La explosión enérgica de la pólvora. Es alegría. Un atrevimiento viril de juventud llevado al extremo. Fe también. Reto y tragedia. O reto y satisfacción. Sangre pasión. Risas y liberación. Vuelta a las raíces. Trabajo rural y pastores diligentes. Sudor y pañoleta. Es vino refrescante, mucho vino tinto. Bullicio de multitudes desenfadadas. Y penitencia. Corre detrás el toro de Saturnino y del joven Fermín; su discípulo. Vino y pan de panaderos. Pompaelo… ¡romana vieja y sabia!. Es recuperar la inocencia valiente arriesgando la propia sangre. Y recuerdo inolvidable. Memoria y raíz de un pueblo ancestral.

 

J.Carlos Serrano Rubio (Tavernes de la Valldigna, VALENCIA)

El Coso;

Quedamos temprano,para que me enseñara el intinerario de la carrera.Conocí a Gabriel en la mili. Tanto insistio a lo largo de los años que aqui estoy. Ernesto tienes que venir para los San Fermines, nada que ver con vuestro toro embolado(bou embolat) Comenzamos andar,de aquí de los corrales del gas saldrán,dirección cuesta de Santo Domingo,Plza. Consistorial,Mercaderes y curva para coger la recta de la Estafeta,con peligro de acabar estampa- do contra las vallas protectoras, si no andas espabilado. Y por ultimo el tramo de Telefónica con su peligrosa forma de embudo. Mira, Gabriel,yo te veré pasar desde alli arriba bien apartado para no molestar. Después de un buen rato andando, nos encontramos delante de donde acaba la carrera-me comenta Gabriel-y empieza el arte,en el Coso.-La Monumental-.Imaginate Ernesto por unos momentos, corriendo delante de 6 toros, lo mas importante, que sea una entrada en la plaza limpia sin ninún embotellamiento del personal, y acabar en mitad de la plaza,es fascinante.Donde sabes que al poco tiempo se dará paso al encuentro del toro, el torero y el duende .Ese duende que surge de los mas hondo de uno ,cuando menos se le espera,en el momento culminante,para acabar una faena bien hecha.