Eukene Zabala Bilbao (Pontedeume, La Coruña)
El último encierro de Fermín
-¡Aupa San Fermin! -grita uno de los espectadores detrás de la barrera; no le ve pero siente la emoción de todos, un cosquilleo por la boca del estómago. Hoy no ha desayunado pero normalmente lo hace la cuadrilla en el bajo de Tomás Sagastizábal. Huevos, tortillas, buen lomico, vino del año bien seleccionado; habrá pasteles, tortas y dulces para los golosos y alguna mujer que se deja ver tan temprano. Jose, Josean, Paquico, Rpbert, Isma,… están todos. Ellos han ido hasta la plaza para correr desde la salida, como siempre. – ¡Ahí están! ¡Ya se oye! -dice el público Una vez estuvo, como hoy, aguantando la corriente en medio de un arroyo bravo. Bien sujeto a las piedras del fondo para mantenerse en el lugar. Sus músculos se aferran como el ancla. La corriente es cada vez mas potente. por fin se ve aparecen a los toros. Altos, orgullosos, membrudos, ganando terreno sobre la multitud que les rodea. Se ven cada vez mas cerca. Aguantará hasta que solo vea un primer plano de ellos. Se aferrará al fondo del arroyo con todas sus fuerzas. ¡Ahí están! ¡Ya! – Ya ha muerto. Ha estado esperando a que pasen por abajo -anuncia su hermana
AINGERU PÉREZ CRESPO (PAMPLONA, NAVARRA)
SAN FERMÍN RECORTADO, SAN FERMÍN DISFRUTADO
Tras más de un año de duras condiciones de vida, para muchísimas/os pamplonicas, llegan las fiestas de nuestra ciudad, las siempre pertenecientes, con muchas razones para disfrutarlas. Yo animoa todas los ciudadanas/os de Pamplon-Iruña, a que hagamos un alto y nos expansionemos a medida de nuestra posibilidades, especialmente a los miles de vecinos, no olvidados, que no tienen trabajo y si los afectados lo deciden, ya vendrán el resto del año para encarar, — hoy más que nunca — el derecho humano al trabajo. Los sanfermines son famosos por sus grandes y únicos espectáculos, existiendo en muchas horas del largo día, comidas con familiares, con amigos, actos culturales, eventos deportivos, musicales, tradiciones de nuestra tierra, costumbres, todo ello con ambiente muy campechano, acojedor, y sano, que los visitantes siempre han valorado, volviendo año tras año a ésta ciudad vestida de rojo y blanco. Yo nunca he conocido tan cabreado al «Caravinagre» — Kiliki-Tío Sam » éste año — y éstos son los motivos, primero: con gesto amenazante, señala a los culpables por todos conocidos de ésta injusta debacle social, segundo: no acepta que el cartel de todos los pamplonicas, no figure el » te quiero para San Fermín-Sanfermiñetarako nahi dizut».
Rocío López Garrido (Madrid, Madrid)
Otro Fermín en Pamplona
Fue mi primer día en el ruedo, una mezcla de emoción y miedo, eran tan grandes,… Mi madre me advertía, “Mantente cerca”, cerca de dónde, cerca de qué; mi madre siempre me daba el mismo consejo, igual daba si estábamos en la playa, con el viejo, mi abuelo, que no paraba de contarme sus historietas del viejo español en Cuba, o aquí, entre estas bestias vestidos de rojo y blanco. ¡Pobre de mí! El retumbar de la música hacía temblar mi minúsculo cuerpo por completo; ya se veían a lo lejos, ya llegaban, seres gigantescos, saltando y brincando al ritmo de la música, yo no era el único que no podía disimular el miedo. Ya pasó, ya pasó, cuatro años recién cumplidos, otro Fermín en Pamplona, amedrentado por los cabezudos.
Josué Castro Puga (Querétaro – Querétaro, México)
La nostalgia es un encierro
Ni las cadenas de la fanática guardia del caudillo moro a quien ni el sol tocaba podrían contener el empuje palpitante de mi corazón desbocado durante esas mañanas de julio que congelan el tiempo, que transforman en accesorios, en mera escenografía, los signos de la modernidad. Mañanas en las que Hemingway corre a mi lado, retando a la muerte, abrazando la euforia, con el atronador retumbar pisándonos los talones. Entonces también el sol se levanta del mismo talante que hace tantas décadas, y se ama y se llora de forma más pura, pues detenido el tiempo, sólo quedamos nosotros, ausentes de la cotidianeidad de la propia vida. La inaudible melodía que acompaña todos los acontecimientos del día a día varía entre dos acordes que marcan el arrebato solista, un inicio y final, un reventar de pólvora y un canto de lamento. Pobre de mí, porque a veces quisiera no ser hijo de este tiempo; pobre de mí, porque la mágica Pamplona, con mayor magia en verano, no puede acompañarme cuando le dejo, no puede venir en mi corazón, pues es éste el que ahí ha quedado desde la vez primera, departiendo con Hemingway, besando a Navarra, diciéndome que destino es un león pasante.