MARIA JOSE IRIGOYEN DEL CASTILLO (PAMPLONA, NAVARRA)
TODO O NADA
Los músculos se afinan. Los nervios se tensan. Concentración. Silencio. Crujen los periódicos. Resuenan los cantos al Patrón. Ocho campanadas. Estallido de cohetes.Subidón de adrenalina. Cuerpo a cuerpo se pone en marcha la maquinaria. Tintineo de mansos. Pezuñas contra la calzada. Latidos al unísono. Los pitones embisten el aire. Respiraciones entrecortadas. La carrera se desborda. Golpes contra el vallado. Pisotones de la manada.Caídas. Cornadas. Astas que crujen. Desgarrones de almas. Es el crepitar de la Fiesta, es el Todo o Nada.
José Antonio Díaz Moreno (Madrid, Madrid)
Un fin de semana en San Fermín
En la cafetería empezó todo. Saltábamos con tal ahínco que la fiesta tenía todo el efecto de ser insuperable. Llegamos con el alma cándida despojada. Nos sentimos tan bien recibidos que las bebidas y comidas eran largos bucles de las notas musicales que holgazaneaban por todas partes. El pañuelo señero, la voz campera, el cuerpo avaro y la satisfacción de contar con todos, amigos, agregados, genios de la oportunidad y un desfile incalculable de históricos de la curiosidad. Y el encierro era mañana. La noche fue día. Ni un momento de calma, alguna visita a los laboriosos enfermeros. Me puse en la mano el periódico, las zapatillas perfectamente acordonadas. Mi chavala en la barrera. Ese paseíllo se lo dedicaba. El chupinazo y un fuego alegre, inolvidable aceleró todo el ebrio gaznate de la empalizada. Dos pases a las vaquillas y un beso glorioso. Al caer la tarde me despedía de ella. El cansancio era un extraño dolor a despedida. La litera y el largo silencio fueron hechizo de un instante. Allí, en la estación, en la Pamplona que me salvo la sensación de soledad dejé las dos formas de infancia y de mi juventud. Volveré cuando mi primer hijo quiera.
Ana Santín Ortiz Tirado (manzanastitla – cuajimalpa, México D.F.)
A color
Sé algunas cosas sobre Euskalerría, conozco sus paisajes y casonas del campo, donde se ha parado el tiempo. También he convivido con su gente, siempre trabajadora, que sabe reconocer cientos de tonos del color verde y azul. Tengo un diccionario de euskera, mi interés en la lengua proviene de la curiosidad, de la incógnita del pasado. Pero más allá de todo, me provocan una inquietud inusual, mezcla de asombro y admiración, sus fiestas. Todo lo observo desde fuera, en mi condición de extranjera, que encuentra en el otro una imagen embriagadora de la diferencia. Todo menos los toros, un animal que desde pequeña reconozco en las corridas de la Plaza México. Pero nunca lo vi junto como en San Fermín. No podría describir la emoción, el miedo, la inquietud y alegría que me produjo asomarme a la gran “corrida”. Ojos temerosos, sonrisas alegres y pequeños asombrados huyendo, jugando, con aquellos ojos negros de animal. Ahora sé que los vascos no sólo conocen el verde y el azul, también se han asomado a la profundidad del negro.
Josetxo Campión Ilundain (Pamplona, Navarra)
ADIOS
Esto que te voy a decir, es muy doloroso. No sé, por dónde empezar. Nunca me hubiese imaginado, que lo nuestro iba a terminar de esta manera. Perdóname… tengo que dejarte. Tienes razón. Treinta años son muchos años para acabar de esta manera. Te prometí, que duraría toda la vida. Me equivoqué. En estos años hemos pasado momentos muy buenos, y también otros muy malos. Yo me quedo con todos. Los hemos vivido con emoción. Hemos tenido pasión. Hemos reído, hemos llorado. Ya sabes, para lo bueno y para lo malo. He sido realmente feliz contigo, pero ha llegado a su fin. Cuantos buenos amigos hemos hecho juntos. ¿Verdad? ¿Cómo? No, no es por ti. Soy yo, que ya no puedo más. No puedo con todo. ¿Qué? No querida, nunca hubo otra y nunca la habrá. No sé qué haré a partir de ahora. Quizás me vaya lejos para no verte más. Quizás me refugie en las cuatro paredes de mi casa e intente sentirme a salvo, en paz. O quizás me acerque a verte de soslayo y lo haga a hurtadillas para que no me veas llorar. Lo siento, lo siento en el alma. ¡¡ Mi querida Cuesta de Santo Domingo!!