María Isabel Galván Rocha (Ciudad de México – Distrito Federal, México)
Mozo
El mozo escuchó las narraciones del abuelo. Así aprendió a amar sus tradiciones. Julio es torería que lleva dentro. En la Pamplona querida, Navarra antigua y distinguida. —Cada año vistes de blanco y pañoleta roja, en ti, corazón taurino que llevas en el pecho – dijo, un día, el abuelo—. Los mozos cantan “A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro, dándonos su bendición” “Viva San Fermín ¡Viva Gora San Fermín! ¡Gora!” Audaz aprieta paso, corre para no quedar atrás, las bestias pasaran a su lado. Escucho los acordes de la pirotecnia anunciando las ocho horas del primer encierro. “Miro a través de los ojos del mozo. Inquieto por delante y atrás, en concordancia me muevo en sus pies, me adentro en su torería. Surgen los recios toros que me acosan y persiguen, corro y salto a otros como yo, los que el destino va arrojando. Movimiento en éxtasis, paso a un lado de las nobles bestias, percibo los aromas de su piel, y me enervan. A cada paso siento el asta que me roza y tomo distancia, se aceleran los latidos de mi corazón” Y digo adiós. Trotes de toros rebasan al mozo por las calles de Pamplona.
Pau Sanz Vila (Callosa d\’en Sarrià, Alicante)
La rosa de San Fermín
Lucía Aguinaga, 35 años. Es 14 de julio del 2012 y son las 7:37 a.m. Lucía termina su café y se dirige a la plaza Consistorial, sola y con una rosa en la mano, como siempre. Permanece inquieta unos minutos. Mirada al frente, derecha, izquierda, concentración y encontrado. Ahí está él, esperando con su pañuelo del 2000, chupinazo de César Palacios. Se acerca, se miran, sonríen y unos dulces segundos de silencio. Echo de menos que bailemos juntos el Riau-Riau, dice él. Yo te echo de menos a ti, dice ella. Cogidos de la mano. Son las 7:57, A San Fermín pedimos… se puede escuchar. Vista al cielo, suspiro profundo y apretón de manos sudorosas. Se avista el movimiento, los mozos más cautos empiezan a correr, ellos esperan un poco. Ya están aquí. Seis toros y seis cabestros, dos han quedado rezagados, los mozos se afanan en darles brío. Ellos empiezan a correr con la muchedumbre. Calle Mercaderes, pasan a Estafeta. Un mozo cae al suelo y queda agazapado, otros le ayudan a apartarse del camino antes de que lleguen los cabestros rezagados. Tramo de telefónica, callejón y al fin en la plaza. Él desaparece, rosa al suelo y hasta el año que viene.
Eneko Gómez Mariñelarena (Artazkotz, Navarra)
Llego tarde
…¡joder!… ¡no me lo puedo creer!…¡las 11h20!… qué manía de hacer la cena del curro el día 5. Claro, que ya se respiraba ambientico. ¡Vaya clavo! No son formas de levantarse hoy. Ni ducha voy a hacer, me lavo la cara como un gato y puerta. A ver, supongo que dejé la ropa donde siempre: pantalón, camiseta, faja, pañuelo… no, éste y la camisa para mañana a la mañana, ahora mejor el de batalla. Éstos me van a matar por saltarme el almuerzo; bueno, después del chupinazo en el Roch. 11h30, voy a llegar justo, ¡vamos! La villavesa hasta las cartolas, claro. Es igual, vamos andando. Joé, Antoniutti está petado. Vaya día ha salido. 11h45… ¡no voy ha llegar! Subo de la calle Mayor. Total, estos ya no quieren ir a la plaza; que estamos mayores dicen. Para un día que encajan los críos. Mejor, así entro yo solo y no me pierdo. 11h52, han cortado el tráfico en San Lorenzo. Chavales comprando espumoso. Quién pillara los 18. 11h56, justo a tiempo. ¡Cómo está esto! Ahora me acuerdo por qué dejamos de venir. ¿Quién lo tira este año? ¡Que más da! Ya sale, le veo. ¡Qué subidón! A ver si puedo….venga, ¡pañuelo arriba yyyyyyy…..!
Teresa Iturriaga Osa (Las Palmas, Las Palmas)
Milagro en San Fermín, D.F.
Me ocurrió en San Fermín. Yo estaba tumbada al sol sobre el césped de la Taconera cuando vi llegar a una amama de pelo blanco con reflejos dorados. En medio de un bullicio de ruidos y colores, caminaba en silencio y me sonrió al pasar. Era evidente que era muy especial. Tan especial que su desnudez en simple braga y sujetador me resultó natural, muy bella. Entonces, como por arte de magia, Pamplona se convirtió en una playa. Mi hada madrina, con su pañuelo rojo, y recién salida de la Selva de Irati, traía semillas de paz en sus manos de arena, sembraba ternura en los cubos de los niños, antídotos para el virus de la nostalgia, golosinas para el desamor, sombrillas blancas de esperanza en los oscuros muros de los sin techo. La sentí llegar como un viento sur que traspasa las barreras de los sentidos. Menudo txupinazo. Alguien se me había colado dentro de casa sin llamar. ¿Y tú quién eres?, quiero saberlo, le increpé. Entonces, el atardecer de julio se me subió de golpe a la espalda y me confesó al oído que esa mujer era yo. Pues yo no te suelto hasta que me hayas bendecido, pensé.
María Isabel, tú nombre de por sí, ya me gusta. Tu micro dice muchas cosas:
Pero hay una que me ha motivado especialmente «nobles bestias, percibo los aromas de su piel». Has debido estar cerca, muy cerca del ser más noble de la naturaleza, lo que te ha permitido saber de los aromas de su piel. Te has enamorado del Toro, como yo.
No quería nunca entrar a comentar los micros no premiados, dada mi condición de participante; contigo no lo he podido evitar; de hecho no hablo de literatura. Hablo de esa bendita locura, que me posee que es el Toro.
Maria Isabel somos unos privilegiados.
Saludos de solanera
Muchas gracias Solanera….me has encantado