IX Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


SAN FERMÍN 2.0

Raúl Garcés Redondo

Gracias a la tecnología, el hecho de no poder estar en Pamplona no impedía disfrutar plenamente de las fiestas. Todo gracias a unas sofisticadas gafas de realidad virtual que te trasladaban, ataviado con el típico pañuelico rojo, ante el balcón del Ayuntamiento durante el popular chupinazo, a la curva de Mercaderes con Estafeta la mañana del encierro, permitiéndote además, gracias a su ponente simulador, degustar de una cazuelica de magras con tomate o unos pimientos del piquillo rellenos de bacalao y saciar la sed con una bota de buen vino… Fue tal el éxito que en pocos años mientras cada vez más gente se entregaba sin reservas a la diversión desde la comodidad de sus hogares, la plaza consistorial se mostraba vacía a los doce de la mañana del 6 de Julio. 

14 JULIO

Manuel Ramón Bascuñana

Como el toro he nacido para el luto, escribió el poeta. Y ellos se comportaban así, como si hubieran nacido para el luto. Corrían como si tuviesen un objetivo común. Como si fuesen un animal ciego. En su alocada carrera había algo de final de fiesta o de principio del fin. Corrían sin mirar atrás, siempre adelante. Corrían como si escapasen de la rutina o de la miseria de la vida. Corrían en mitad del caos. Avanzaban, tropezaban, resbalaban en los adoquines, caían se levantaban y volvían a correr, hasta que tropezaban de nuevo y caían, superados por el toro de las circunstancias. Eran una turbamulta, una marea. La marea de la revolución alzándose frente a los acantilados de la Bastilla. El último día del pasado, el primer día del futuro. 

NERVIOS A FLOR DE PIEL

Alejandro Llach Belles

Nervios a flor de piel, esperando el estruendo que te haga correr, se abre la puerta, sus pezuñas ya pisan el frio asfalto, ya van hacia la multitud con todo su arsenal, vienen en manada, no hay escapatoria, intentas trepar por las paredes, rezas para que su cuerno no te atraviese. Intentas estar calmado, pero tu corazón late demasiado, bajas la vista y lo ves pasar, es una sensación de pánico total. Decides incorporarte de nuevo, recoges del suelo tu viejo pañuelo, los gritos y chillidos te envuelven, es como una extraña canción compuesta por la gente. Ves una amalgama de colores a lo lejos, síntoma de que el astado sigue allí, quedan escasos metros para llegar a la plaza, ya notas la arena fina en tu zapatilla, te dispones a entrar al ruedo y observar como encierran a los toros y dar por concluido el encierro.