LOS TOROS NO LLORAN JAMÁS
Samuel Del Amor Macías
En la víspera de San Fermín, la vida se le esfumó. Cerca de la salida del primer encierro. Su espíritu, ligado desde su nacimiento a esta tierra, desaparecía con lentitud; sorprendiendo su temprano adiós a toda una ciudad.
Día de luto en Pamplona por unos de sus hijos. Chupinazo en su honor.
Iñaki se reencarnó en toro, a pesar de no ser hindú: negro como el carbón azabache, con un peso de casi media tonelada, y res de la ganadería encargada de inaugurar la fiesta más esperada del año. Tuvo el placer de correr con su cuadrilla, que le homenajeaba en sus camisetas.
Durante el trayecto, no se separó de Alfredo, Iñigo y Mikel, protegiendo con su envergadura a sus fieles camaradas. Se divirtió, pero necesitaba enviarles un último mensaje.
Se detuvo en seco, provocando un susto mayúsculo en la afición. Y clavó la mirada en sus compañeros, con ojos en posición de despedida eterna. Los amigos de infancia creyeron reconocerle:
—¡¡¡¿¿¿Iñaki???!!!
Emocionados, se comunicaron en silencio; Alfredo puso su mano sobre la cabeza del animal y el toro derramó una lágrima (vídeo viral en todo el planeta). Después, el astado, satisfecho, siguió la ruta… persiguiendo, a cuatro patas, su nuevo destino.
EL NEOYORQUINO HECHIZADO
Alicia Belén Torres Muñoz
Sus padres hicieron lo indecible para que aquel joven, al cumplir los dieciocho años, no se pinchara y durmiera eternamente como rezaba la maldición. Acostumbraban a inventarse toda suerte de excusas para recluirlo, a primeros de julio, en la torre de un lujoso rascacielos situado en pleno corazón de Manhattan. Sin embargo, un desafortunado descuido hizo que el joven eludiera astutamente a sus guardianes y partiera hacia el antiguo Reino de Navarra. Nada más pisar aquellas tierras se dirigió a Pamplona, con la intención de ver al Santo… Sorteando una marea de personas, llegó hasta la hornacina y se encomendó a él…. Aquel lugar embriagaba con su magia a propios y extraños… «Este sitio debe estar encantado», pensó, hasta que… un estruendoso cohete le sacó de su estado de arrobamiento… A éste no tardó en seguirle otro y cuando se quiso dar cuenta, estaban próximos seis morlacos con enormes astas… Comenzó a correr, enfilando la cuesta de Santo Domingo, pero, de repente, notó un fuerte dolor… Había sido víctima de una cogida… La aciaga maldición se había cumplido… Cuando despertó, se encontró rodeado por hadas y magos de batas blancas que, afortunadamente, le habían rescatado… Podría intentar repetir su valerosa hazaña el año próximo…
LA NOCHE ANTES DE..
Lucia Gorria Juarez
Una de la mañana, tengo la ropa preparada en el salón y las zapatillas están junto a la puerta. Es hora de dormir.
Me despierto sobresaltada, son las dos, me aseguro que el despertador está puesto y me duermo inquieta.
Estoy sedienta, son las tres. Me levanto y busco en el frigorífico agua entre las cervezas, el vino y el acopio de comida para un posible apocalipsis.
De nuevo en la cama oigo las risa de los que se han adelantdo a la fiesta. Acabo cayendome después de enredarme entre las sábanas. Son las cuatro.
Sobre las cinco me duermo tranquila.
A las seis tengo la sensación de haber dormido un siglo pero me aferro a la almohada en posición fetal.
Pipipipi. Me despierto sudorosa tras soñar que un toro me empitonaba en el encierro. Son las siete.
Tengo el estómago revuelto, el cuerpo dolorido, la cabeza atontada y un hambre atroz. Me ducho, me visto y salgo a la calle con las llaves atadas a la hebilla del pantalón, la cartera llena, un paquete de clinex y los nervios a flor de piel.
Son las nueve, es día 6 de Julio y ya huele a San Fermín