IX Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


BUEN ROLLO

Pablo Ramos Jiménez

Por fin llegó el mes de julio, estuvimos planeando un viaje de amigos para celebrar que acabamos la carrera, Madrid, Francia, Pirineos y los Sanfermines de Pamplona. Tras pagar muchos peajes llegamos a Toulouse, donde hicimos mucho ruido, bajamos a las montañas y vimos una procesión de vacas, entretenimiento excitante, al llegar a Navarra paramos en un pueblo, logramos la última habitación libre, gracias Hostal Astérix, luego bajamos a la fiesta.
No quisimos meternos en los puestos, ya habíamos ido a muchas verbenas, pero sí nos pareció bien a los tres comprarnos sendos pañuelos rojos, en un lado tenían el dibujo de unos mozos corriendo delante le los toros, en el otro el escudo de la ciudad, con las cadenas y la esmeralda incautada a los moros en Las Navas de Tolosa.
El ambiente de fiesta no se estropeó por la lluvia, muchos grupos de gente unidos con los brazos por encima de los hombros, cantando y riendo. Entramos en un bar y pedimos varios minis de calimocho, todo el mundo ríe o bebe, pero con el vaivén de los brindis, los estertores de las risas y los torpes pasos de baile termina derramándose el líquido, no hay problema, se arregla diciendo “buen rollo”. 

VOLAR

Sandra Arce Miró

365 días de oscuridad aprisionado en el cajón de las bufandas, pero hoy presiento que algo va a pasar. Iosu me lava y me deja sin una arruga, con mis cuatro esquinas perfectamente planchadas y alisadas, después me dobla con cuidado y me ata a su muñeca. Su piel huele bien, se ha puesto esa colonia que lleva en las ocasiones importantes. Salimos a la calle; el aire es cálido y puedo respirar. Observo otros muchos como yo, anudados a las muñecas de otras personas. Llegamos a la plaza del Ayuntamiento, y Iosu y sus amigos se chocan las manos. Ahora lo recuerdo! Nos saludamos de brazo a brazo a nuestra manera, porque los pañuelos como los pamploneses solemos ser tímidos.
Ya el reloj marca las doce menos cinco. Nos desatan y a todos nos elevan bien alto, casi tocamos el cielo!, comenzamos a reír, a volar y volar, por encima de todas las cabezas, de todo el griterío, de toda la belleza blanca y roja…de pronto un BOOOOOM!!, y nos colocan sobre las camisetas, atados a los cuellos con nuestra amplia sonrisa triangular, que no la dejaremos ni un segundo durante nueve días, porque son los nuestros, nuestra alegría.
 

RENACER

Raquel Agúndez Castaño

Atravesé con mi puño cubierto de sangre anudada, la barrera que separaba el mundo de la vida. Y comencé a vivirla como si de mi primer día se tratase. De un blanco impoluto mi ropa, mi sonrisa y mi alma y con el corazón teñido de pinceladas de coraje, vitalidad y pasión.
Estrené mi alas sobrevolando a las gentes, compañeros de gandules amaneceres y atardeceres de gloria, respirando bocanadas de confianza y sencillez. Con cada risa vi endiosarse a la tierra y a cada persona en su pecho derramar alegría. Escuché las perpetuas promesas de los enamorados y los pálpitos vitales de su efímero querer. Las voces extenuadas de glorificar con cánticos al Santo y los pasos firmes de los astados sobre la cobardía. Y agradecí la condena de mi muerte porque fue el renacer mas bello que jamas haya existido.