IX Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


EXPLOSIÓN

Paula De Andrés Elizari

La ilusión era inabarcable. Por fin, seis de julio: sus primeros Sanfermines. Le habían hablado tanto de ellos… El gran estallido a las doce. El sonido de las pezuñas de los miuras sobre el cemento. La canción del verano a la salida de las peñas. Un beso robado cuando la noria se detiene. Las plegarias al Santo que se pasea imponente por las calles. Y, sobre todo, la alegría descorchada en cada rincón de la ciudad. Por ello, se sentía nervioso, y aunque se había arreglado para la ocasión, nunca se está lo suficientemente preparado para este tipo de acontecimientos. Cuando llegó el momento, lo primero que vio fue el rojo de los pañuelos inundando la plaza del Ayuntamiento. Instantes después, notó el calor. Mucho calor. Su mecha prendió a las doce de aquel seis de julio y Él echó a volar explotando en mil pedazos de ilusión. Y así fue como pasó sus primeros y únicos Sanfermines: muriendo en lo alto del cielo para que todos nosotros pudiéramos vivirlos. 

¿QUÉ ES SAN FERMÍN PARA TI?

Esperanza Tirado Jiménez

Ese era el título de un trabajo que mi hija trajo como deberes del colegio.
– ¿Me ayudas mamá? – me pidió.

Y ambas nos pusimos a la tarea de buscar imágenes que reflejaran el espíritu nuestra fiesta.
Pero otro santo peculiar, San Google, solo devolvía fotos desagradables de borracheras, suciedad y mil y un barbaridades, que nada tenían que ver con el espíritu de nuestra fiesta y nuestro patrón.

Mi niña, al ver mi gesto de desagrado y al ver las imágenes se puso triste.

–A lo mejor no voy a poder hacer el trabajo…
–Claro que sí, solo hay que seguir buscando. Y si no es aquí, será aquí –señalé de la pantalla a su cabeza y su corazón– Cuéntame algo de tu primera ofrenda al santo. O de la primera vez que corriste el encierro o…
–El encierro era de mentira…
–Pero corriste de verdad. En tu corazón estaba el Santo, ¿no?
–Sí,.. –Dudó un segundo- Y el abuelo con su boina llevándome a ver los gigantes y cabezudos por las mañanas…

Su cara se ensanchó con su sonrisa.

–San Fermín era el abuelo. ¿Verdad, mamá?

Y abrió su libreta y empezó a escribir. Otro Santo la había iluminado.
 

CORAZÓN PARTÍO

Jose María Chiclana

Cuando notó que el pitón entraba justo al lado del corazón no le extrañó. Es más, lo esperaba. Para cualquier corredor un poco avezado era algo que iba a ocurrir. Era él mismo el que se había empeñado. Fue él mismo el que empezó la carrera. Pensaba que esta vez sí, que está vez iría bien. Pero no, había vuelto a ocurrir por segunda vez. Ella le había dejado.