TELEGRAMA ERASMUS
Miguel S. Robles
Prgimejos de Julio. Egstudios tergminados. Fiegstas de San Fegmín. Calles llenas de gente. Tojos apasionantes. Gagstronomía chapó. Mujegues hegmosisímas. Bajes forgmidables. Happy body tonight. Amegicanas sin rropa… Vende fincas, papá. Rremite fondos.
EL ESPEJO DE MI TRISTE FIGURA
Natxo Gutiérrez Juarros
Quizás mañana vuelva a mirarme en el espejo tras un día para el recuerdo. Hoy todo gira como la noria, sostenido mi cuerpo por el deseo de evitar nuevos reclamos y hallar el camino del descanso conciliador de sueños alegres. Atrás queda ese primer día, que es una maratón desde el trazo de cielo rasgado de las doce del mediodía hasta caer en la tibieza del caballero andante de mi triste figura. Molinos los hay, como hitos de prosperidad de antaño, y también gigantes que sortean la maraña menuda al paso de mi cuerpo imponente cuando aún no han sonado las dos campanadas en las alturas de San Cernin. Tarde habrá de aguantar la pose al sol mientras la arena debate un duelo de vida y muerte entre gestos sombríos de una parte del respetable respetuoso con los cánones que marca el estoque. La salida es tropel de fiesta bien sonada que recuerda a Pamplona la prórroga sin tregua de ocho días para que duerma tranquila en espera de los próximos Sanfermines. A mí aún me queda esta primera noche para confundirme en el anonimato que es popular y aguardar a esa mañana de mirarme en el espejo.
ALGO SE MUEVE DENTRO DE MÍ
Esmeralda Ayape Zaratiegu
ALGO SE MUEVE DENTRO DE MÍ
Desde hace dias noto un barullo interno que me descoloca. Todo empezó con una rara melodía que con el paso de las semanas se ha terminado instalando en mi cerebro.
Al principio intenté ignorarla -me tapaba los oídos y pataleaba furiosamente- pero cuando se la escuché entonar a mi madre, un torbellino de alegría removió cada una de mis células arrastrando a su paso cualquier temor.
Impulsado por el júbilo pruebo a saltar: extiendo piernas y brazos pero una y otra vez topo con algo que la oscuridad me impide ver.
De repente mi cuerpo gira. Estoy mareado. «Ya falta poco», dice mi madre en un susurro. ¿Poco? ¿Para qué?. Pego la oreja a la pared y sólo oigo hablar del ‘gran momento’.
Decido esperar a ver qué pasa… y pasa que algo me ha empujado, estrujado y arrastrado sin mi permiso. Oigo un ruido seco. Tengo miedo. Grito pero sólo acierto a llorar. Abro los ojos. Algo rojo se inclina sobre mí y besa mis lágrimas. «No llores, mi amor, has nacido con el estallido del txupinazo», dice, y comienza a cantar esa rara melodia…..