IX Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


DOS MINUTOS

Mercedes Castaño

No se lo digas a nadie. Será un secreto entre tú y yo. Todo ocurrirá esta noche. Está programado y no hay vuelta atrás. Han sido unos años muy intensos. Muchos días febriles y muchas noches en vela . Tengo 87 años, y nunca me he sentido tan joven, estoy loco de alegría porque este año por fin, Los Sanfermines serán eternos. No me mires con esa cara. Soy tu abuelo, .y no voy a mentirte. Mañana, correrás el encierro, almorzarás después con tu cuadrilla en la plaza Compañía, .y después te tomarás un vermouth torero y una siesta hasta la hora de la plaza, y si tienes suerte conocerás a alguna chica..no te rías , lo digo muy en serio,..La solución por fin ha llegado. Hoy viernes 14 de julio de 2017, a las 23 horas y 58 minutos, el tiempo se detendrá..se acabó el «pobre de mí».
Me había ido a casa de mi abuelo, con unos churros de la Mañueta, después de correr el último encierro. Me lo encontré en calzoncillos y con el pañuelo puesto, de pie en la mitad del pasillo con una sonrisa inmensa, estaba erguido como un gran coloso, dijo estas bonitas palabras y después se desplomó. 

CUERNOS

Carlos Alvarez Parejo

Le prometí a mi novia, Marta, que no me pondría delante de los toros, pero bebió demasiado y se fue con otro, en mi cara. Aprovechó la confusión de la multitud para besuquearse a mis espaldas, en alguna plaza o rincón, o en mitad de la muchedumbre. No me lo pensé dos veces. Cuando empezaron a correr las bestias yo iba delante, junto a otros muchachos bravos vestidos de blanco y pañuelo rojo. No tenía experiencia pero llevaba años corriendo maratones. Por correr que no fuese. Reconozco que me faltó velocidad, eso es cierto, quizás por este motivo me alcanzaron los toros. Qué grandes eran. Uno de ellos, el más grande y bestia, anduvo pisándome los talones. Tuve miedo y estuve a punto de tirarme al suelo, mas la gente corría por todas partes y el ansia y la excitación me llevaban detrás. Todo sucedió muy rápido, apenas cuestión de segundos. Supe que el toro me pillaría y que me estaba jugando la vida. Entonces, en el último segundo, me di la vuelta y le di una cornada con toda mi rabia. Me salvé por poco. Menudos cuernos. Todo gracias a mi novia…  

QUISE HABLAR.

Borja Moreno Martínez

Os voy a contar una historia, bonita o triste; según se mire. Unos amigos y yo fuimos invitados a ir a Pamplona para vivir de primera mano las increíbles fiestas de San Fermines. Los días los exprimimos al máximo, pero fue el último el que recuerdo con más nitidez; ese día encontré el amor.
Estaban a punto de abrir las compuertas. Todos estábamos preparados para la carrera y, a lo lejos, pude ver a una mujer particular. La joven parecía, por su gesto, estar enfadada. Al contemplarla, me pareció vivir una película en blanco y negro de los años cincuenta, sólo pude distinguir sus voluminosos y perfilados labios rojos que iban a juego con su pañuelo del cuello. Abren las puertas. Todo el mundo corre. Risas, familias, una ciudad completamente adornada, mucho calor, sudor y recuerdos. Corriendo y corriendo conseguí llegar al lugar donde estaba ella. Me armé con todo el valor del universo. Reuní fuerzas; pues soy muy tímido. E hice algo de lo que no me creía capaz, le dirigí la palabra.
Quise hablar, y bramé: -¡Muuuuuh! ¡Muuuuuuh!-.
Ella me acarició el rostro y el hocico, y me dijo: -¡Oh, qué toro más bonito! ¡Torito bravo!-.