Aparte de Hemingway con su novela Fiesta, hay otro conocido escritor norteamericano que en una de sus obras sitúa parte de la acción en Pamplona por San Fermín y que es el segundo referente literario sobre nuestras fiestas para los anglosajones.
Se trata de James A. Michener, escritor y ganador del premio Pulitzer y la obra en cuestión es »The drifters», publicada en 1971.
Este libro fue en su momento un auténtico best-seller y en el se narran las aventuras de un grupo de seis jóvenes de diversas nacionalidades que, partiendo de Torremolinos, viven una serie de aventuras pasando por el Algarve en Portugal, Pamplona, Mozambique y Marruecos. Una historia muy relacionada con el espíritu de finales de los 60 y principios de los 70.
En el capítulo dedicado a Pamplona, los protagonistas pasan una semana disfrutando de las fiestas y, como no, a uno de ellos le cornea un toro corriendo en el encierro
Me he puesto a buscar por Internet si esta novela estaba disponible en cristiano. Como no aparecía entre los libros de Michener a la venta en algunas páginas que he consultado, he introducido versiones del título en castellano. El titulo se podría traducir como los vagabundos, o los errantes.
Cuando ya pensaba que la obra estaba descatalogada y que la única posibilidad de leerlo pasaba por hacerse con el original en inglés, me he quedado petrificado al averiguar que el título de la novela se tradujo al castellano nada más y nada menos que como »Hijos de Torremolinos» (anda que no sé yo en que rayos estaría pensando el editor).
Aviso a navegantes e interesados, no penséis que es un librito del tamaño de Fiesta, sino que se trata de un hermoso tochamen de unas 800 páginas.
En fin, un poco de información para que veamos que la vida no se acaba con don Ernesto (aunque Michener esté, literariamente hablando, algunos peldaños por debajo de Hemingway).
«acaba con Don Ernesto (aunque Michener»
Recuerdo, el tratamiento ‘don’ va en minúscula, a excepción de reyes y parientes de reyes.
Por lo demás, interesante hallazgo, pardiez.
Buenos días,
Mario
*Recuerde
¡Oido cocina!
El error ya está corregido.
Gracias por el comentario don Mario.
Acojonante, joseba. De todos modos ese espíritu de jóvenes recorriendo el mundo lo siguen manteniendo los australianos, kiwis, yankis y sudafricanos que suelen caer por Navarrería los primeros días de San Fermín.
Genial el título en español.
Tantos años después y resulta que dos personas de la misma ciudad nos estábamos documentando sobre Michener al mismo tiempo.
Tenía relaciones taurinas. Os tendré al quite.
Qué pena lo de las 800 págs (ya no leo libros de más de 300) y lo del título, jajaja, pero oye, interesante rescate.
Hace un tiempo leí un libro de un sueco sobre los Sanfermines, pero no recuerdo ni el titulo ni el autor (creo que era Jan…). No estaba del todo mal, era íntegramente sanferminero, un ‘Fiesta’ wannabe…
saludos
¿Que hay de la documentacion ?¿La informacion que da de la fiesta es correcta o la situa en Mexico o Cadiz ?.Ya que os documentais tan bien podias poner un listado de libros sobre los Sanfermines.
Intuyo que la documentación le puede fallar un poco, o bien que el autor fantasea bastante; porque cuando el protagonista herido convalece de la cornada en el Hospital, se beneficia a una moza recia.
¿Eso en Pamplona? no creo yo…
Impresionante la traducción del título. Está a la altura de las traducciones de los títulos de películas que aquí han llamado «Al filo de la sospecha» o similares.
Con ese título llegará un torremolinense dispuesto a empaparse de etnografía local y se tragará un auténtico ladrillo con las aventuras de unos pichabravas al estilo «Lío en el campus» etc.
Joseba, la moza que se beneficia es nativa? Esto hay que leerlo!
El libro del sueco probablemente sea «La Boda de Pamela» y el autor, quizá Hans Tovoté, hablo de memoria.
Chascarrillo taurino: en cierta ocasión Luis Miguel Dominguín achacó en privado sus temores en la Plaza de Pamplona, a que en el hotel se había beneficiado a una recia trabajadora del establecimiento. Según él, todas sus cornadas llevaban nombre de mujer.
Por algo sería que esa tarde no le pilló 🙂
O sea que Dominguín era jugador de parchís, de los de comer una y contar 20?