No, el titular no va sobre la raza o bravura de los toros. Ni sobre una seguidora furibunda de las costumbres locales que si fuese masculino le llamarían «el casta».
La acepción con la que debe interpretarse la palabra, en noviembre de 2014, es la que se refiere a la clase dirigente. Aquella a la que las encuestas, hoy en día, pintan un futuro negro.
No estoy por la labor de redactar un manifiesto comunista sanferminero. Además, con «Podemos» en el poder, desaparecería la tauromaquia, encierros incluidos. Pero en la Plaza de Toros de Pamplona, del 6 al 14 de julio, se aprecia cada tarde un retrato tan esperpéntico del poder, que dan ganas de echarse al monte.
No me refiero al palco, donde tradicionalmente se concentran las autoridades. Ni a los tendidos, donde cada uno en su asiento puede celebrar la fiesta como le venga en gana. Me refiero a cuatro burladeros de servicio del callejón, que la clase política tomó hace mucho tiempo al asalto y a los que se aferran como al barco de Chanquete. Un espacio de trabajo convertido en zona vip, para gente a la que toros y toreros que se la están jugando a un metro, se la suda.
¿No es consciente aún la Delegada del Gobierno, del ridículo que hizo en 2013? ¿no son conscientes los consejeros zampabollos, de que aquello es un espacio de trabajo y no un palco de la Diputación? ¿no se dan cuenta que para divertirse con los amigos o la familia hay sitios mucho más discretos?¿no se mueren de vergüenza cuando aparece un ordenanza para llevarles la merienda y se queda con la copla toda la plaza? ¿tan de cemento tienen el rostro, para verse de esta guisa en la tele?
¿No tiene otro lugar el jefe de la Policía Municipal donde echarse la siesta? ¿un burladero de servicio es el lugar más adecuado para que el jefe de la Policía Foral, el comisario y sus señoras, tomen champán en copa de cristal?
Lo del baranda de la boina roja tiene agravante: según cuentan los periódicos, en 2015, pretenden pasar la factura a las empresas taurinas por cada servicio: a 600 euros la tarde. Van de gorra, beben champán, presumen con la parienta, curran sus subordinados… y encima pretenden cobrar.
Lo dicho, la casta. Una panda de roldanes. Adivinad quién fue uno de los primeros en asaltar a «mano armada» aquellos burladeros:
La caspa.
Enhorabuena por el artículo, hacía tiempo que no leía algo tan interesante.
Muy bueno y completamente de acuerdo.
Tomemos los burladeros !!!!
Es que se mueven como pez en el agua… son… BURLADEROS
Es como si el que se «colaba» en la plaza de toros por la puerta del patio de caballos con una barra de hielo (Comprada en la estafeta») además quisiera pasar la factura del porte.
Efectivamente el callejón y los burladeros son especialmente para todos los que “trabajan” en ese espectáculo. Los invitados y pases de favor, ¡¡ AL TENDIDO¡¡.
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