Hasta hace dos años, cuando alguna mente reivindicativa le quería dar caña a “Ella“ solía utilizar como arma arrojadiza que la munícipe quería convertir los Sanfermines en una “Feria de abril”.
La acusación, rimbombante y sonora, dejaba claro que tanto el acusador, como la antigua alcaldesa, nunca habían estado en la feria de abril sevillana.
El que esto firma conoció la feria de abril la semana pasada y llegó allí afectado por los mismos tópicos con los que un sevillano se enfrentaría al cruzar por la Jarauta un 7 de julio.
Tras pasar una noche de calor sahariano, entre caseta y caseta, un servidor terminó por apercibirse de que la Feria de Abril y los Sanfermines no son tan distintos.
1- Ambas fiestas están hechas para ser disfrutadas con los amigos. El resto son aditamentos.
2- En ambas fiestas, digan lo que digan, te orientarás mejor con un cicerone local o integrado en una cuadrilla aborigen.
3- La jarra de rebujito y la jarra de sorbete son elementos socializadores similares.
4- Las casetas no están abiertas al público pero… ¿acaso es fácil encontrar entradas para los toros en Pamplona? en ambos sitios si no estás… te pierdes la mitad de la fiesta.
5- Y por último. Las chicas vestidas de flamenca, arregladas y coquetas, provocan un efecto erótico festivo similar al de las camisetas blancas y pañuelico rojo. Podrías echarles la capa a su paso, rondarlas y declararles amor eterno pero… ¿quién no garantiza que al día siguiente sean estupendas, punkies o góticas?
Discrepo, Josemi. Creo que ELLA sí consiguió convertir los Sanfermines en algo similar a la Feria.
Como ejemplo, el botellón que rodea cada día de Feria al Charco de la Pava, y que tanto se parece al que se ha apoderado de la Plaza del Castillo en los dos últimos lustros.
Eso sí, a ningún sevillano le entra en la cabeza que el Ayuntamiento de Pamplona no ceda espacios a entidades sin ánimo de lucro que desean organizar actividades abiertas a toda la ciudadanía, gratuitas y a coste cero para el consistorio. Esta senda también la inició ELLA y, desgraciadamente, el heredero la ha continuado.
Yo tampoco puedo estar del todo de acuerdo con el autor, aunque es evidente que hay elementos comunes en casi todas las fiestas populares.
No estoy de acuerdo con el cuarto punto. En Pamplona, conseguir una entrada para los toros es tan sencillo como ir a la taquilla. Todos los días salen a la venta. Y la mayor diferencia es que aquí cualquiera que venga es uno más y allí para acceder a las casetas tienes que ser un «amigo de».
Yo estoy en total desacuerdo con el punto número cinco. A mí personalmente me pone mucho más una chica punkie o gótica antes que una vestida de faralaes.