Tras una semana de balances y de superar la triste realidad (ayer fui capaz de ver fotos sanfermineras por primera vez) iniciamos una serie de semanas temáticas dedicadas a distintos aspectos de la fiesta, lo cual no quita para que, como siempre, hablemos de lo que nos dé la gana.
Esta semana la vamos a dedicar a la hostelería en Sanfermines. Como imagino que mis colegas de blog contarán mil y un sablazos (yo intento ponerme una venda en los ojos, aunque luego tengo que superar el verano alimentándome con latas de sardinas) me voy a centrar en la imprescindible y creo que poco valorada labor de camareras y camareros.
Horas y horas de servicio, de pie, aguantando a gañanes más o menos graciosos, pelmas, borrachos y demás ralea (me incluyo en todas estas categorías), currando sin parar mientras otros se divierten… No sé, me parece algo absolutamente admirable.
Hacer frente a manadas de gente exaltada y sudorosa debe estar considerada como actividad de riesgo sin duda alguna. Y junto al personal que atiende la barra, no podemos olvidarnos de cocineros que trabajan a destajo, en cuevas sin ver el sol en nueve días y, sobre todo, a las personas a las que les toque limpiar, sobre todo los baños. No quiero ni pensar lo que pueden encontrar ahí.
Pues eso, desde aquí, con todo mi agradecimiento, y ahí seguiremos, dándoles la lata el resto del año.
Todas mis melopeas se las dedico a ellos,que con la pasta que se han sacado estaran teniendo unas vacaciones cojonudas
Lo de los cocineros de garitos es muy fuerte. A 85 grados, en zulos sin ventilación, con maquinaria decimonónica, sin espacio para cruzarse dos personas y con la presión que transmiten involuntariamente desde la barra.
Chapeau.
¡Pobrecillos los que limpian los baños!
En fiestas la gente se pasa tres pueblos y hay verdaderos marranaz@s (si, si, algunas tías también tienen tela)
Me suena ese bar, aaaaaaah siiiii!!! Pasame la botellaaaaaaaaaaaaaa!!!