La vida oculta de los kilikis 10


Para varias generaciones de niños pamploneses, la silueta de los kilikis ha infundido siempre una terrible jindama. Era verlos a lo lejos y sentir pronto una sensación terrible de pánico. Pero lo peor no queda ahí, porque de ese miedo se han servido los adultos, generación tras generación, para infundir pavor a los muetes díscolos: si no comes, Caravinagre vendrá a darte la merienda. Si no te portas bien en la peluquería aparecerá «Patata» a cortarte el pelo. O si no te duermes… llamaremos al Verrugas…

Y aunque sólo sean una entrañable ficción de cartón piedra, en la que todos creemos, los kilikis han calado en nuestros subconscientes.

Un pamplonés, Jesús Carlos Gómez Martínez, lanzó en 2001 un libro de ficción sobre «La historia secreta de los Kilikis de Pamplona». Quiero recordar que el autor y el ilustrador se vengaban de los «aquis» achacándoles mil y una prácticas furtivas. Incluso los situaban dirigiendo el hampa.

César Oroz, en los pasados sanfermines, los colocaba en una viñeta en la escena del 23-F, dando un golpe de estado armados con sus vergas. Porque no podemos negarlo: cumplen como nadie el papel de “malos de la película”.

Pero en ocasiones, hay imágenes reales que disparan todavía más la imaginación de los represaliados por el palo y la verga. Toparse con esta foto de internet y ponerse a especular es todo uno. Os acordáis de aquel bodrio de Telecinco llamado “hormigas blancas”. Este documento es una forma de venganza similar.

¿Es una ilusión óptica?, ¿los de la foto son los que parecen?, ¿es el infierno de Dante?, ¿fueron los percusores del «ambiente» de Sitges?, ¿nos hizo una pirula Benito Escaler?

Seguro que algunos habituales de este blog conocen la verdadera historia, pero no nos engañemos: la ficción será siempre mucho mejor.

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