Los fuegos artificiales 7


Son los grandes olvidados, quizás por no responder a tradiciones milenarias. Prueba de ello es que en este blog no les hemos hecho ni caso. Y sin embargo, son el acto del programa que concita al mayor número de gente en directo. Las cifras que se publican hablan de 250.000 personas en el conjunto de las fiestas.

Todo empezó el siglo pasado, cuando los pamploneses y visitantes descubrieron las «bombas japonesas». Poco a poco aquello fue generando expectación, y en el último cuarto del siglo el espectáculo dio un arreón muy importante, al darse cuenta el Excelentísimo del potencial del acto.

Empezaron entonces a gastarse más dinero, con espectáculos piromusicales, que yo creo que generalmente defraudaban, pero ahí estaba todo pichichi. Empezábamos a sacudirnos el complejo que teníamos en este apartado frante a ciudades vecinas, con fiestas de hace cuatro días, pero que habían conseguido gran notoriedad en este apartado.

Hoy es el día en el que no se contratan colecciones y punto, sino que se las hace competir, y se ha abierto la veda a pirotecnias extranjeras. La calidad es muy buena, y viendo grandes espectáculos como las ceremonias olímpicas, uno se da cuenta de que la diferencia es que se lanzan miles de cohetes más en cada colección, pero que los efectos ya los hemos visto por estos lares.

Pero los fuegos son algo más. Para muchos jóvenes suponen el arranque de la noche. Para otros, seguramente más jóvenes, supone el cierre de la jornada. Para muchos es la referencia para una retirada a tiempo, que ya se sabe que es una victoria. ¿Cuánta gente queda después de los fuegos en «la estrella»? ¿Es posible quedar tantas cuadrillas ahí y que todos se localicen? Sí.

Para algunos es el escenario del despertar del amor. De noche, con los fuegos, tumbados en la hierba, arrumacos, susurros… los primeros besos… los primeros resfriados…

Para otros es el despertar del botellón. Basta pasarse por la Vuelta del Castillo después de cada colección.

Yo también me he propuesto muchas veces subir en coche a San Cristóbal a ver los fuegos. Tiene que ser un espectáculo especial. Sin embargo, como bien apuntaba Pamplonudo, nunca es buen día para hacerlo. Me pasa como con los sanfermines de Lesaka. Nunca es buen año para perderse el de Pamplona.

Finalmente, me sumo a alguna voz que ya se oye reclamando gradas portátiles para ver los fuegos. Como bien se dice, ahora lo tenemos a huevo en la zona nueva de Autobuses, o a lo largo de la Avenida del Ejército. Además, como la jumera siempre se va hacia el sur, se vería de vicio.


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