La semana pasada vimos cómo se sobrellevaba con bastante dignidad el almuerzo y la mañana del día 6. Tras el Txupinazo se viven, tal vez, las mejores horas del ambiente de calle de los Sanfermines. El encocimiento popular y compartido marcha in crescendo y la gente canta, baila y bebe apretada en los pequeños bares y calles del Casco Viejo. Se pueden observar las primeras vomitonas pero en líneas generales se vive un extraordinario ambiente de euforia desmadrada.
Como sabéis, queridos lectores, habíamos montado un grupo de 35 personas para el almuerzo. La mitad de ellas, aborígenes, y la otra mitad, gente venida de distintos puntos de la Península y más allá. Entre las dos y tres del mediodía ya nos hemos olvidado de que teníamos un bote común para pedir las bebidas en los bares y todo el mundo se dedica a invitar y ser invitado. Es fácil juntarte con tres cañas en las manos, o dos cañas y un cubata, o un botellín de agua si eres prudente (esto último es poco recomendable, pues enseguida te encontrarás con otras tres cervezas o copas de txanpan en las narices).
A eso de las 4 o 5 de la tarde alguien cae en la cuenta de lo bonito que sería comer. Un rápido bocata a modo de comidameriendacena. Para aquellos que no lo hayan hecho ya, el café postbocata supone el punto de arranque de abuso del cubata.
Es probable que en medio de la tarde de cubatas y bailes de bar en bar, de peña en peña, te topes con los gigantes y kilikis por primera vez en las fiestas. Para una persona de Pamplona, es un momento muy emocionante. Y tratarás de transmitir esa emoción a tus hospedados, aunque no te entiendan muy bien…
De esta guisa afrontaremos la primera noche de las fiestas, con el pelotón del grupo inicial cada vez más mermado por las huidas (a tiempo) a casa o por desapariciones sospechosas. Lo veremos la próxima semana.
Por cierto, feliz escalera a todas las personas que nos leéis. ¡Ya es 3 de marzo! ¡¡¡Ya falta menos!!!
Efectivamente el ratico de después del txupinazo es probablemente el mejor de las fiestas.
Suele ser cuando te encuentras y abrazas con esa gente a la que quizás justamente saludas el resto del año.
Estoy siguiendo con atención esta saga islandesa del perfecto anfitrión, y no veo el por qué del sutil cambio en el título.
Lo mejor son las bajas que no tienen explicación… ¿cuándo me perdí?, ¿que hago yo con éstos?…