Manual del (im)perfecto anfitrión (VII) 3


Comerte un txuleton en fiestas puede parecer excesivo. Por eso recomiendo que se haga siempre en los primeros días de los Sanfermines, cuando todavía tienes el aparato digestivo en buen estado y las papilas gustativas trabajan a alto rendimiento.

El caso es que un día 7 de julio es una ocasión estupenda para darle a la carne a la brasa. Y mi cuadrilla anglocatalana lo disfruta y yo, por tanto, como buen anfitrión, también. Hasta que a uno de los ingleses se le ocurre decir:

-¿Y por qué no vamos esta tarde a la corrida? (lo dice tal cual, con acento inglés, pero se le entiende perfectamente).
-¡Qué gran idea! ¡No he estado nunca! (hala, ahora se apunta la de Barcelona)

Como navarro bárbaro que soy, uno ha tenido siempre a los pueblos catalán e inglés como altamente civilizados, ejemplo de cultura y absolutamente ANTITAURINOS. Pues no, resulta que si es San Fermín están deseando ir a los toros. Y te lo dicen así, tan ricamente, tres horas antes de la corrida. ¿Y de dónde saco yo ocho entradas? Ya es difícil encontrar una cuando tu primo del pueblo te la ha pedido en mayo, como para conseguir ocho. ¡Y es siete de julio!

Evidentemente el txuleton se te atraviesa entre la garganta y el esófago. Sacas el teléfono móvil (mala idea llevarlo encima en Sanfermines) y le llamas al presidente de tu Peña, a ver si sabe de alguien al que le sobren entradas. Al Presidente-Lehendakari le entra la risa floja al oír tu petición y te recuerda que nunca te has ofrecido voluntario para organizar el Día del Socio, la excursión al Nafarroa Oinez o la visita de Olentzero. Cuelgas y pones cara de póker. No os preocupéis, podemos recorrer las peñas de la calle Jarauta a eso de las cinco, que seguro que tienen entradas.

Dos ingleses y tres catalanas captan al vuelo mi apuro y anuncian que prefieren quedarse tomando algo por la Plaza del Castillo, que tampoco les interesan tanto los toros. Y para no ser impares, otro inglés decide abstenerse de la tarde taurina, con lo que ya sólo hacen falta dos entradas… Podríamos ir a la reventa aunque nos cobren tres veces su precio.

En ese momento suena el móvil; dos socios le han devuelto sus entradas a mi Presidente favorito porque se les ha muerto el gato y no quieren ir a la corrida. Me las ofrece (a su precio) siempre y cuando me comprometa a llevar la pancarta de la Peña hasta la Plaza de Toros.

De esta guisa afronto una corrida acompañado de una barcelonesa y un londinense que no tiene ni idea de español…


3 ideas sobre “Manual del (im)perfecto anfitrión (VII)

  • Castizo

    Mal asunto lo de llevar foráneos a la corrida.
    Hace un par de años llevé a un inglés con su mujer y la pobre se arreó toda la tarde llorando a moco tendido (no se si pensaba que la muleta era de plástico o qué..)

  • Flanagan

    No lloraba por eso, era que sin darse cuenta le había pegado un mordisco confiado a una guindilla corrosiva en algún aperitivo previo al tercero de la tarde.

  • Unai

    Yo llevé un 7 de julio a una amiga canadiense, estuvo toda la corrida dandose la vuelta y sin mirar ahora el pedo que se engancho todavia lo recuerda. Ademas también corres el riesgo de que no entiendan el sentido del humor del tendido que a veces es dificil de digerir.

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