Título: Mentira piadosa
Aquel día Josetxo se levantó al tiempo que un globo de colores surcaba el cielo de la Rochapea. Se puso las zapatillas que su amatxo le había comprado para la ocasión y desayunó frugalmente. Hacía fresco. Subió en el ascensor y, atravesando los efluvios de la noche, se paró en la Plaza de San Francisco y se sentó en un banco. La voz de su aita resonó en su cabeza: “Ya eres mayor de edad, ha llegado tu día”. Cuadrillas de trasnochadores, familias con niños, guiris, abuelos, todos se dirigían al recorrido. Se acordó de su hermano mayor que ya había cumplido el ritual. Comenzó nuevamente a andar y llegó a la Estafeta. Allí un municipal le dijo: Eh chaval, ¿cuántos años tienes? Josetxo, dubitativo, mintió: Diecisiete. A lo que el municipal replicó: Con diecisiete años no puedes correr en el encierro; vuelve el año que viene. Josetxo asintió. Regresando a casa escuchó el primer cohete, luego el segundo. Al llegar, su amatxo, alegre, le preguntó: ¿Qué, qué tal? Satisfecho contestó: Fenomenal, ama, ¿no me has visto en la tele? Había decidido que un año sabático y una mentira piadosa no le sientan mal a nadie. Ni siquiera a San Fermín.
Atxu Ayerra Alfaro
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Título: Ven a mi fiesta
Hola, soy Fermín y tengo edad media. Te invito a mi fiesta. Comenzó en el siglo XII, en el XIV cambió de Octubre a Julio, y ha venido creciendo en novedades como no tienes idea. De música y pregón, torneo y teatro, toros y religión, pasó a contener una comparsa de gigantes y más adelante, por el XX, un chupinazo y más corridas, estas de gente huyéndole a los toros en el encierro y divirtiéndose hasta entonar el Pobre de Mí. Francisco de Javier me apoya en lo de aupar la alegría en Navarra más allá de Pamplona, la ciudad de Saturnino, que por mí cayó en pleno bullicio ferial después que Honesto la cristianizó. Las procesiones, corridas y encierros han mejorado con los años, como el buen vino. Y más allá de los caldos y comidas, pequeños y grandes gozan con los cabezudos y gigantes, los kilikis y zaldikos, como lo hicieran con el Riau-Riau que llevaba a los pobres ediles a hacer de tripas corazón. Muy pronto el cohetazo iniciará mi gran fiesta y podrás ver alarde de gaiteros y corridas de rejones, vísperas y conciertos, fueros y fuegos artificiales, carteles y verbenas. Son apenas 204 adrenalíticas horas, sin parangón. ¿Me acompañas?
Gustavo Löbig