MICRORRELATOS PRESENTADOS EN LA V EDICIÓN DEL CERTAMEN


SENSACIONES

 

Me dispuese a iniciar la carrera. Tenía ya la sensación de que la manada de toros se aproximaba al punto en el que me encontraba. La gente me pasaba corriendo por ambos lados de mi cuerpo. Mis oídos escuchaban los ruídos provocados por el movimiento de los cencerros entremezclados con el bullicio del ambiente. Pero no podía correr me encontraba paralizado. Mis piernas estaban flojas, el corazón me latía a un ritmo elevado, mi campo de visión había disminuído considerablemente y mi cuerpo no respondía a la orden que mi cerebro daba de huir. Un toro negro galopaba hacia mí, y yo me encontraba allí, en su trayectoria. Reaccioné empezando a correr. Miré instintivamente hacia la derecha, pudiendo ver como un cabestro me adelantaba. Podía notar como el suelo llegaba a vibrar. Detrás de mí, sentía la respiración de aquel animal lo que provocaba que corriera aún más deprisa. Por momentos me hallé evadido de todo, existiendo solo aquel morlaco y yo. No era capaz de percibir la cantidad de personas que se encontraban fuera del recorrido, las vallas del cercado, los colores blancos y rojos, el frescor de la mañana, los demás corredores, la calle húmeda, los diversos olores…

 

MANUEL SANTOS MINGUEZ

 

 

De Pamplona de Toda la Vida

 

¡Por fin mi Pamplona se llena de peteuves ¡. Si, P.T.V., osea, de Pamplona de Toda la Vida. Mi preciosa ciudad ya viste de color y no solo en San Fermín. Ayer, un mozo, nacido en la Mañueta, como mi padre, pero negro como el tizón, me soltó un : “¡qué andas o qué!” y por un momento sentí que las cosas encajaban. Mi Pamplona ya no solo es ese lugar abierto al mundo en sus famosas fiestas, mi Pamplona es ya de todos los colores los trescientos sesenta y cinco días al año. Se está creando a sí misma, diversa, brillante, auténtica y sobre todo, tolerante. Pamplona ya no es sinónimo de fiesta compartida, de más cantidad de donantes por metro cuadrado…Mi amiga Dolores, tiene a su niña Leire con sus ojos rasgados, totalmente quechua y un acento de peteuve que me vuelve loca. Esta es mi Pamplona, mi tierra (y a mucha honra) un lugar lleno de brazos orgullosos, de sonrisas cálidas, donde encajan como por magia, todos los peteuves del mundo mundial. Gracias gente guapa, por habernos elegido, ayudarnos a vivir y seguir mejorando esta tierra que es de todos. Con todo cariño, una peteuve, de toda la vida.

 

inés san martín morote

 

 

EL TORO Y EL MOZO

 

El mozo intenta invertir el flujo que desde su vejiga pugna por abrirse desbocado paso hacia el exterior. No es momento para ello –se dice el mozo, y recurre, por todo remedio, al ancestral baile de San Vito. Una cantidad inusualmente elevada de adrenalina está siendo vertida a su torrente sanguíneo. Sueltan las bestias, y él corre delante de ellas, fingiendo que huye. En realidad, se trata de un ballet universal en el que el que no danza al son es pisoteado o coceado o corneado. Es un juego. Es la vida. ¿Existe otra forma de ver un juego? ¿Existe otra forma de ver la vida? Si existe, el mozo no quiere saberlo. Claro que el toro también siente miedo; tantos mozos corriendo delante, fingiendo que huyen. El toro se cambiaría al instante por cualquiera de los mozos. Sin embargo, el toro tiene su código, y aguanta el chaparrón lo mejor que puede. ¿Quién aguantaría al ganadero si fuera devuelto por razón de mansedad? Burlas, recriminaciones, pasto racionado… Antes la muerte, –se dice a sí mismo el toro, mientras golpea con la testa a un robusto mozo, haciendo que vuele como sólo puede hacerlo algo que es liviano.

 

Jesús Revuelta Fernández