«Atrapada en el tiempo»
Espejo suntuoso refleja mi belleza,inmóvil,noto que retrocedí en el tiempo. Mi vestido es arreglado al igual que mi cabello que, como hilos de seda, caen sobre mis hombros descubiertos. Celebramos hoy las fiestas en honor a San Fermín pero,este escenario no lo reconozco,una estampa medieval del siglo XII me envuelve. Miro por los ventanales,el núcleo urbano no excede la zona de Navarrería. A San Fermín se le considera el primer obispo de Pamplona y estamos celebrando su martirio en la ciudad de Amiens, el obispo Pedro de Artajona trasladará una reliquia del santo, es el año 1186. Voces distantes susurran – ¡A partir de hoy la devoción al santo será la que perdurará y hará historia! ¡Ya vereis! En un instante vuelvo a ver mi imagen en el espejo oval del hotel,mi vestimenta cambió notablemente. Presta a celebrar noto que en esta época el programa de fiestas lejos de ser parco en celebraciones como en esos tiempos de carácter religioso evidenciado en las Vísperas, la Procesión, la Octava y la conocida como «comida de los pobres» se festeja con alegría y se relaciona las corridas de toros. Cierro la puerta, camino entre la muchedumbre festejante y me dejo embriagar por una nueva corrida.
lila.fabiana ferrari
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Mejoras
HEY!! TORO – Grito mientras arranco a correr calle abajo. Hay una multitud vestida de blanco y rojo abarrotando la cuesta y sus alaridos -(APARTA!!) (QUÍTATE DE EN MEDIO!!) (SI NO SABES CORRER PARA QUÉ COÑO VIENES!!!)- repiquetean entre las paredes de piedra. La adrenalina rebosa y da alas a pies calzados con zapatillas mientras ellos se abalanzan detrás: zaínos, colorados, albahíos… enormes toros dispuestos a apartar a golpes cualquier cosa, viva o no, que se cruce en su camino. Este año percibo el encierro distinto. Llevo veinte años corriendo delante de los toros y noto un suelo más resbaladizo, una calle ligeramente más inclinada y los toros un punto más grandes y rápidos. Que mal rollo – me digo segundos antes de toparme, tras una esquina, con un revoltijo de gente caída imposible de esquivar. Maldigo mientras paso a formar parte de la masa que tapona el paso. Intento salir a codazos, escalando los cuerpos amontonados para pasar al otro lado, pero es imposible. Me giro y veo la enorme cabeza que va a arrollarme… Un estridente sonido me sobresalta -VIRTUALIZACIÓN CANCELADA, ABANDONE EL SIMULADOR. GRACIAS POR USAR LOS SERVICIOS DE «SAN FERMÍN 2.123». ESPERAMOS QUE HAYA DISFRUTADO DE ESTA VERSIÓN MEJORADA.
Justo Pla Claver
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MELODÍA
Pablo Sarasate tomó raudo su Stradivarius, pulsó el diapasón y pasó el arco por las cuerdas con la suavidad de un cabello sobre el agua. Al cabo, la melodía de su violín convirtió el aire en notas musicales que embriagaron a la audiencia, sobre todo al que lo observaba con ojos oscuros, extasiado con las evoluciones precisas de las manos de Sarasate y aquella música que ralentizaba el flujo salvaje de la sangre. Cuando el violinista concluyó su pieza, el tiempo volvió a latir, salieron del trance aquellos ojos oscuros y, bufando, se preguntó dónde se habría metido aquel joven de camisa blanca y pañuelo rojo al cuello al que estuvo a punto de empitonar antes de que lo detuviera aquella melodía divina procedente de un balcón de la calle Estafeta. Pablo Sarasate, satisfecho por haber evitado la tragedia, sonrió.
Fernando Martínez López
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