MICRORRELATOS PRESENTADOS EN LA V EDICIÓN DEL CERTAMEN


LOS HILOS DE VENUS

 

Una estrella fugaz cruza de norte a sur el cielo sobre el parque Yamaguchi y Vera la ve brillar desde su cama de hierba. El alojamiento más barato de la ciudad, se alegra. Un poco más allá ronca panza arriba un maromo mugriento. Pide un deseo le diría su abuela ahora mismo si estuviera con ella en el descanso efímero antes del encierro. Se negaría al principio, solo son supersticiones de vieja. Pero la noche es larga cuando se duerme en soledad entre desconocidos y la carne tiembla de desesperanza, más si el cartero no llama dos veces para traer una misiva encendida y sellada en el País del Sol Naciente. Vera se concentra en la inmensidad del espacio celeste y se sumerge poco a poco en el pozo nocturno, buscando entre sus recuerdos la sensualidad de su primer baño desnuda en el Mediterráneo, el sabor del champán en los labios de aquel griego que conoció en Mikonos, la dulce delicia de una lengua extraña deletreándole la palabra clítoris en francés. Antes de caer en lo más profundo del sueño, los fuegos artificiales iluminan el cielo de Pamplona y Vera se queda enredada y extasiada en los hilos de Venus.

 

Jesús Jiménez Reinaldo

 

 

DESDE EL BALCÓN

 

Que sentiran esos mozos entre vallado y madera. Me pregunto ¿ algún día serán mías las veredas?. Se acerca el septimo encierro, los toros suben la cuesta, mis pocos años vividos se aferran a estas escenas ,se hacen parte de vivencias recorren rios mis venas. Me pregunto ¿algún día serán mías las veredas?.Escapo de la manada aunque no siento mis piernas entre el corral y la plaza yace una silla de ruedas.Desde el balcón me pregunto ¿serán mías las veredas?

 

Carlos Araya González

 

 

9 de Julio, San Fermín

 

Pamplona en fiestas, cinco horas caminando por las calles. Buscándola. Entre tanta ropa blanca y pañuelos rojos, solo era cuestión de encontrar su rostro. Toros, charangas, ca1imocho, guiris, adoquines, rifa benéfica, txosnas, barracas, churros, fuegos, verbenas. Demasiado tiempo para estar solo entre la multitud. No la encontré. Volví llorando a casa. La diversión estaba garantizada.

 

Pedro Pagés García

 

 

AMOR DE VERANO

 

Me enamoré de ella al principio del verano, en las fiestas de San Fermín. Me miraba a los ojos con una increíble expresión de admiración, de orgullo, de satisfacción ante lo que veía, mezclado todo ello con una gota de felicidad. Me miraba como si estuviera contemplando a un Dios griego, como si hubiera descubierto, ella y no otra, la belleza que hay en mí. En septiembre, con las primeras lluvias, todo se acabó. Tardé un tiempo en darme cuenta de que durante el verano no miraba mis ojos, sino los cristales de espejo de mis gafas de sol.

 

FELIX JAIME CORTÉS