MICRORRELATOS PRESENTADOS EN LA V EDICIÓN DEL CERTAMEN


ANSIEDAD

 

¡Qué agiten los pañuelicos rojos! hasta que salte la emoción en los ojos, ¡qué bailen al son de txistu y tambor! sin importar el calor. ¡Qué suba el chupinazo hasta el cielo!, ¡qué despierte Hemingway y baje al suelo! para contar la gloria de los toreros y capear los sobreros. ¡Qué suelten ya las reses!, que llevo esperando meses. ¡Qué salga la comparsa de Gigantes y Cabezudos!, para que anden los más chicos con entusiasmo sañudo tras los kilikis y zaldikos. ¡Qué estalle la traca más grande!, ¡qué se oiga hasta en Coruña!, y se entere el que allí mande, ¡qué son las fiestas de Iruña! ¡Qué lo sepa el mundo entero!, por cartel y pregonero, desde Sydney hasta Alberta, desde Ushuaia hasta Berlín: ¡Qué está la ciudad abierta! ¡Por fin llegó San Fermín!

 

José Luis García Ruiz

 

 

PELIGRO INMINENTE

 

Quedaba apenas una hora. Tenía que dejar el aseo ya, pero los dolores abdominales lo estaban matando. Malditos gases, ¿quién me manda comer garbanzos justo hoy? Hizo acopio de valor, cogió el blíster, tomó dos pastillas y salió. No podía perderse el lanzamiento del cohete y el comienzo del Txupinazo. Camino de la Plaza del Ayuntamiento de Pamplona los pinchazos lo agobiaban. Sudaba a mares por el esfuerzo de contenerse. Todo estaba engalanado para la ocasión y miles de personas se apiñaban mirando al balcón. Entre empellones y salpicaduras de cava, vino y quien sabe que más, consiguió un lugar desde donde ver el espectáculo, vaso en mano. Cuando ya no pudo más, recurrió desesperado a su pastillero y encontró una única píldora que no le resultó familiar. ¿Sería de las que tomaba antes? Titubeó un segundo y sin pensárselo se la tragó con la bebida. Faltaba cada vez menos y el clamor era ensordecedor. Repentinamente recordó que tiempo atrás, un amigo le había dado tres pastillas para su otro problema intestinal. Con el fogonazo, la mente se le iluminó: ¡el mes pasado había tomado solo dos laxantes de “efecto inmediato”! Entonces… su esfínter también se unió al grito multitudinario de: ¡Gore San Fermín!

 

SANDRA MONTEVERDE GHUISOLFI

 

 

DÍAS DE ALGODÓN ROSA

 

Un estallido sin gente,un vals sin Astráin, un «guiri» sin su fuente, un tendido sin sol, un cielo sin su globo, las ocho de la mañana sin tu bendición, un gigante sin txistu, una bota sin vino, una jota sin su anciano, una plaza sin un beso, unos bajos sin remangar, un tablón sin un corazón, un silencio sin encierrillo, un fuego artificial sin su cuadrilla, una mulilla sin su foto, un baile sin su alpargata, unos acordes sin Turrillas, un despertar sin rayos de sol, la niebla sin su bar, una barraca sin su tarde, un cubo sin su peña, un adoquín sin ser pisado, un kiliki sin su niño,un «momentico» sin su voz, una verbena sin compañía, un tambor roto sin estruendo, una resaca sin el número ocho de la Mañueta, cualquier calle sin blanco y rojo, una conversación sin alcohol, un palo sin algodón de azúcar rosa, la última noche sin «el Guti», una lágrima sin su vela, una fiesta sin ti. ¿Que sería San Fermín? Lo pienso y no encuentro respuesta. Vomito recuerdos, mi estado febril me delata, alzo la mirada al calendario que veo justo enfrente de mi, solo un escalón más. ¡ya falta menos!

 

Alberto Garrido Gil