MICRORRELATOS PRESENTADOS EN LA V EDICIÓN DEL CERTAMEN


POBRE DE MI

 

Siete de Julio San Fermín, cantaba feliz Fidel, en el bar antes de salir hacia Pamplona, sentía una fuerza interior que le dominaba, esos días tenía que celebrarlos. Una vez allí, madrugaba para cantar al Santo, el chupinazo y a correr lo más rápido que daban sus piernas. No gastaría más que en vino y comía bocadillos, la cosa era disfrutar las fiestas. La noche era lo mejor algunas chicas dormían con ellos, para no tener frío y no estar solas en la calle, Fidel, se sentía «realizado» pues en su pueblo era muy tímido. Nunca dejó de asistir a San Fermín, aunque no corriera. Ahora era indigente, siempre le gustó beber, Fidel, se divorció tenia dos hijas que se avergonzaban de el porque se emborrachaba. Las casas de acogida eran su refugio, en Julio iba al pueblo, y comenzaba a cantar a San Fermín, los que le conocían le decían. – Fidel, ¿a Pamplona? – Mientras viva, nunca dejare de ir a San Fermín, allí soy feliz,traeré algún pañuelo como otros años. Cuando finalizaban las fiestas regresaba al pueblo para contar como habían estado ese año las fiestas, con su pañuelo al cuello y siempre con un regalo para el dueño del bar.

 

Mª Luisa  Caballero Ruiz

 

 

Astérix y Obélix en Iruña

 

Lo había asegurado con rotundidad el alcalde: “Este año habrá Riau-Riau”. Ha hecho venir a dos galos, uno pequeñajo y con bigote y el otro grande, gordo y con coletas. Les ha hablado de romanos vestidos de pamplonica y en cuanto los reventadores de siempre han aparecido, los galos han comenzado a sacudir guantazos y la colección de cohetes humanos ha sido inolvidable. La corporación ha llegado a S. Lorenzo en un santiamén. No más de tres o cuatros veces ha entonado la Pamplonesa el vals de Astrain. Se los ha vuelto a encontrar en el encierro. El chiquito le gritaba al gordo: “Obélix, que no son legionarios disfrazados de galos, aunque lleven cuernos como nosotros”. Pero el tal Obélix ha empezado a repartir mamporros y los pobres toros se levantaban como alma que lleva el diablo y proseguían la carrera. “Astérix, se nota que estos romanos no comen jabalíes, mira qué ligeros van…” – Mikel, despierta- la madre lo zarandea. El mozo nota la boca pastosa y se percata que la resaca que acarrea es impresionante.- Venga, levántate o llegarás tarde a la corrida. – Estaba soñando con unos galos… “Este hijo mío qué cosas tiene…” piensa meneando suavemente la cabeza.

 

Sergio Fuente Sopeña

 

 

LO PILLÓ EL TORO

 

El ladrón aprovechó el bullicio de la fiesta de San Fermín, para robarle a una guiri el bolso. -¡My bag, mi bag, robar mi!- decía la mujer, a medias entre español e inglés, tendida en el suelo, del fuerte tirón que había recibido -¡robar mi!-, insistía. Algunos presentes la ayudaron, y dos policías locales que pasaban por allí, se apresuraron a socorrerla. Un testigo que vio escapar al ladrón, les dijo –por allí va, dirección a Estafeta-. Los dos polis locales vieron de lejos al robador, y echaron a correr para pillarlo. El ladrón, muy listillo, saltó la valla del encierro, y se dijo –“corriendo entre los toros no se atreverán a echarme mano, ja, ja, ja”-. Siguió corriendo mirando hacia atrás, y vio que los policías no saltaron la valla. –“ja, ja, ya me he escapado”-. Seguía corriendo mirando hacia atrás, que cuando vuelve a mirar hacia adelante, se encuentra con un morlaco que se dirige hacia él, -¡plash, plash…, plom!- Se ve a una persona rodar por los aires. En los sucesos del rotativo local del día siguiente, se podía leer un titular que decía: “Roba un bolso y lo pilla un toro”.

 

Agustín Jesús Jiménez Aguilar