MICRORRELATOS PRESENTADOS EN LA V EDICIÓN DEL CERTAMEN


ESTAFETA 33

 

Diez años. Diez años ha desde que juramos no regresar a ti, Pamplona, a nuestra anterior vida cuya felicidad ya extinta habitaba en la Estafeta. Pero estamos aquí, de nuevo, Pamplona, en silencio, frente a nuestro antiguo apartamento; el sonido de la Comparsa que se acerca y, sin evitar que nuestras lágrimas broten llenas de emoción, buscamos en esas amarillentas paredes una oportunidad. ¿Qué nos pasó?, ¿qué fue de aquellos besos de otoño en Caballo Blanco, la Taconera y la Plaza del Castillo?, ¿es que el paso de los años pudo más que nuestro amor? Ahora tú suspiras, me aprietas la mano y yo tiemblo con rara pasión veinteañera; mi corazón. Me miras… Me sonríes… Y me besas. Suavemente te aparto de mi pecho. Te sonrío. -¿Luego le echamos un vistazo al piso? –Te pregunto. -¿Para qué? –Me respondes. Nos sonreímos, de nuevo, pero esta vez lo comprendemos todo. El sonido de la Comparsa está cerca y nos preparamos para correr. Los toros, cual bárbaros atilas, doblan en la curva de Mercaderes… Tomamos rumbo a la Plaza de Toros, no sin antes regalarle una última mirada a nuestro antiguo piso en Estafeta 33… La alegría nos envuelve de blanco.

 

Luis Enrique Jesús Nazaret Solís Mendoza

 

 

San Fermín y Michael Jackson

 

-¡Corre! -Sí, sí, si… Sin decir nada más empecé a correr, pero desobedecí la primera regla de la carrera: no mirar nunca hacia atrás. Miré muy levemente. Vi una cabeza enorme, unos ollares nasales, que se inflaban y desinflaban a ritmo frenético y una lengua inmensa saliendo por un morro rodeado de babas, que se desprendían a un lado y a otro, mojando aún más el suelo ya empapado. Por encima de su nariz, boca y ojos, vi sus cuernos. Dos estupendas astas que así, a unos centímetros de mi espalda, me parecieron cobrar unas dimensiones imposibles de asimilar. Y en mi cabeza una imagen, inexplicable imagen, estabas tú, bailabas la secuencia completa del thriller de Michael Jackson, en la fiesta de graduación del instituto hace unos años. Estuviste genial, fue entonces cuando me enamoraste sin remedio, para siempre. El miura no reparó en mí, que me aparté gracias al tirón preciso que me diste en el momento justo. Tú riendo, con la expresión que te deja en la cara el subidón de adrenalina, y como si hubieras visto las mismas secuencias que yo en lo que pensaba era mi último momento de vida, te pusiste a bailar aquellos pasos de Michael Jackson.

 

Mª Asunción Buendía Hervás

 

 

ESTAS FIESTAS ME SANARON

 

Menudo regalito me había hecho mi hermana . Una experiencia en los Sanfermines era un presente curativo, según ella. Una semana más tarde volaba desde Gran Canaria a Pamplona sin saber cómo iba a ser mi aventura. Reconozco que la ciudad me enamoró. Estaba en un sitio donde lo medieval y lo actual convergen en un mismo punto y una cree que lo uno sin lo otro no podría existir. Había llegado el cinco de julio y el siete ya estaba viviendo por primera vez los Sanfermines. Me impresionó la organización, solo heridos leves. ¿Cómo lo hacían para coordinarse por esas estrechas calles?. Una vez los toros estuvieron en la arena el ambiente se relajó, la gente ya no estaba tan concentrada en la solemnidad del acto y sí en los bailes. Con mi atuendo rojo y blanco pude disfrutar de Pamplona unos días más. Admiraba a los jóvenes pamplonicas, fuertes y valientes para correr en los encierros. Me maravillaba que todo transcurriera con tanta seguridad, podríamos estar tranquilos, allí la delincuencia es un mal menor. Los bailes, desfiles y cánticos me cautivaron. Lo mejor de todo fue que pude superar mi ligirofobia. Tenía razón mi hermana, aquel había sido un viaje sanador. Gracias.

 

Carmen Santana Pérez