San Fermin corrida color y coraje
La tranquilidad de Pamplona, toda la pasividad que posee durante el año, explota el 6 de julio, dando arranque a un carnaval taurino sin precedente. Fiesta única en el mundo. Idea brillante que arrasa, y crece. Turismo, acción, color, en vista magnífica de contagio múltiple…Alegría… Viajeros, llegan de distintos lugares, arrasan reservas de hoteles y balcones cercanos a la gran corrida. Viven jornadas cargadas de emoción, sustos algunos y mayores encantos para otros apetitosos de excelentes cocinas. Alumbran bares llenos de tragos surtidos… Bandas musicales, comparsas, paseos de cabezudos, fuegos artificiales, desfile de caballeros, gaiteros, fiestas infantiles. Corridas de toros en Plaza mayor, y el tan esperado encierro de toros. Todo es fiesta. Ansiosos, esperan el “txupinazo”, que abrirá famosa corrida por calles empedradas, circuito preparado previamente para correr y gozar…Adrenalina pura. Corren fornidos toros a masa impresionante, muchachada vestidas de blancos y rojos, actores protagonistas, simples lidiadores de a pie, toreros, sin capas ni espadas. Con espaldas suficientes para aportar valor a fiesta multitudinaria. Caídas, revolcones, brillan bordando escenas risueñas. Juegan. Animan. San Fermín, tiene su procesión, santo, causa furor, tiende encuentros de puentes impensados. Enamora… Alborozada Pamplona, se engalana para su fiesta. Desborda con festival espectacular, asombra. Los toros, todo lo logran…
HECTOR ALFREDO PLACENTI
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Ernesto
Ernesto se preparó los sanfermines durante casi tres años. Asesorado por profesionales, programó un estricto entrenamiento al que no faltó ni en los veranos más incaustos ni en los temporales más desabridos. Despertaba temprano a los gallos, hacía dieta rigurosa y corría varias horas por la dehesa para ganar algo de fondo. Algunas veces lo retaban otros aspirantes, y todos salían derrotados, abochornados y con las secuelas de una galopada poco limpia. En marzo, le detectaron cáncer de testículo. Los especialistas trabajaron con ahínco para evitar su expansión pero no quedó más remedio que amputarle los genitales. Ernesto ni se inmutó. A los dos meses continuaba con su faena y a los tres volvía a ser el mandón de siempre. Sin embargo, las normas eran claras, y la nueva condición no le eximía de los requisitos para participar en el encierro. Sus más allegados pidieron una revisión al jurado y ningún miembro de este dudó en concederle el permiso. Llegado julio, todos se enzarzaban por correr a su lado. De los seis astados, no había otro que lo igualara en peso, vigor o furia. Ernesto era toro bravo, cuatreño y con más trapío que cualquiera que aún conservara el par.
Guillermo Arturo Borao Navarro
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7:59 AM
Ocho días. Suficientes para que la vida adquiera otra perspectiva. Durante esas pocas madrugadas apenas dos minutos, se antojan eternidad. Las ocho en San Cernin. No tenéis salida. Campanadas que nos recuerdan melancólicas a los caídos. Impotencia de quienes os creéis a salvo siendo meros testigos de la historia. Sobrecogedor, abrumador, emocionante, indescriptible. Ahí abajo el miedo os hará ser uno. Amistad verdadera. Un solo despiste, unas brutales décimas y la palidez reflejará el sentir del alma. La suerte, vestida de negro zaíno decidirá el destino de los valientes de corazón. ¿Amáis de verdad la vida? ¿Despreciáis de verdad la vida? Dos minutos donde, a veces, la vida se escapa a través de los duros y cansados adoquines. El corazón se sobrecogerá ante semejante juego. Compromiso de encerrar al ganado precediéndolo en su célere carrera. Inconscientes ante lo desconocido. El periódico del día, enrollado. Hipotética y esperanzadora confianza que resulta una afirmación de lo efímero, momentos antes del estallido de guerra, entre el hombre y el toro. Exhalación que pende de un frágil hilo. Almas acongojadas, temerosas, frágiles. Vosotros que ofrecéis vuestra vida a las bestias. Me lo pedís cada mañana entre pastosas voces. Así pues… ¡ Yo, Fermín… os doy mi bendición!
Josetxo Campión Ilundain
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