MICRORRELATOS PRESENTADOS EN LA V EDICIÓN DEL CERTAMEN


Batman ya no te necesitamos

 

Los toros venían con fuerza hacia mi, me encontraba acorralado, recientemente el pánico se había hecho dueño de mi cuerpo. No tenía más remedio que usar mis poderes, mucha gente iba a descubrirme, no quería ser tratado diferente, solo escapar de la manera en que un mortal lo haría, pero eso era imposible. Corrí con todas mis fuerzas hacia el toro, en ese momento iba a la par del aire, mi vida me llegaba en imágenes de alto contraste, una tras otra, las figuras que había conocido, los detalles que cargados de belleza me habían encontrado, personas de otra época, definitivamente era mi vida. El toro endiabladamente se inclinó para atacarme, cada vez estaba mas cerca. Volteé con fuerza para seguir la misma dirección que el animal, lo tenia detrás a unos pocos centímetros, podía sentir su respiración en mi espalda, así que cerré los puños y lo hice. Desde ese entonces la gente nunca ha olvidado ese suceso, tal imagen los conmovió, me llegan cartas de todo el mundo, regalos y ofrendas inmensamente agradables, me he transformado en algo más?, o fui lo que verdaderamente soy?, de cualquier modo, soy yo por primera vez: El niño mono poto colorado.

 

Lucas Fionna

 

 

Doce del mediodía

 

–¡Uno de enero, dos de febrero, tres de marzo cuatro de abril! Cinco de mayo, seis de junio, siete de julio… ¡San Fermín! –cantaban a coro. Aquí el niño que se había caído del columpio dejaba de llorar, allá las dos hermanas que se peleaban soltaban el pelo de su gemela. Más allá, un hombre dejó olvidada la sandalia que no había acertado a ponerse, y más acá una mujer ya mayor se atrevía a andar sin su bastón. “Fiiiiiiiiuuu”, se oyó en el cielo. –¡Olé, ese chupinazo! –¡Que viene el toro, que viene el toro! –Todavía no, cariño. Toma un zumo que hace mucho calor. ¿Te quito la rebequita? “Diiin doooong”, se oyó gritar a la bella iglesia gótica de rasguños mudéjares. La capital navarra era un foco de luz y de ajetreo. Las gaviotas, asustadas por el cohete que acababa de salir zumbando directamente hacia sus suaves vientres, formaban siluetas imposibles en el cielo. En la mente de los miles de aficionados a aquellas fiestas, nativos y turistas, occidentales, orientales y algún que otro alienígena disfrazado, el estruendo que siempre generaba el pobre de mí, pobre de mí todavía no era más que un murmullo lejano en el recuerdo del año anterior.

 

Ainoa Marco de la Torre

 

 

Separación

 

La noticia lo tomó por sorpresa. Siempre creyó que sería para toda la vida, como dijo el padre en la iglesia. Había calculado todo para divertirse juntos, como cada año, en las Fiestas de San Fermín, lugar donde se habían conocido hacia diez años. Pero lo bonito del amor, y lo trágico, es que no es fruto de ningún cálculo. Así que, aún cuando se lo hubiesen avisado con antelación, la sorpresa no hubiese sido menor. Valoró que no sería preciso recordarle todo su amor porque todos los días lo mostraba, pero considero que en una situación como aquella toda arma debía ser usada. Ella no modificó su decisión. Entonces optó por comprarla con otras cosas. Le ofreció el medallón de su madre, y no cedió. Arreció y le ofreció la hacienda paternal, y se mantuvo igual. Pensó que el éxito estaría en ofrecerle varias cosas a la vez, así que le ofreció llevarla en carruaje a las fiestas de San Fermín, pasar noches románticas y cenas sorpresas tipo película, y mucho humor de sobremesa. La carta notarial lo devolvió a la realidad. Entonces el resto del mundo desapareció. Finalmente optó por volver a su antiguo pasatiempo de soltero: Idear como morir.

 

Julio Antonio Pérez Salazar