OBRAS DEL II CERTAMEN MICRORRELATOS DE SAN FERMIN


La sangre del deseo – Diana Badal Morell (Teulada, C.Valenciana)

En tus labios la sangre del deseo y la inquietud de estar un año más cerca de la tierra que se viste de bastos llanos y montañas, que rodea sus calles empedradas de mantos donde la diligencia desnuda de una pasión junta cada periodo a nuestra mejor gente. No anduve mirando otra cosa en todos esos dias que no fuesen tus ojos, con una belleza rusa enigmática y serena, enjuagando la fantasía de la estepa que te vió nacer, con tu acento español semi desnudo. Vestida con la entreverada propuesta de volver cada año. En los jardines llenos de gente, el sol nos dió el calor para una mañana de sueño al aire libre donde en un colchon de botellas nos abandonamos a la pasión exacta del tiempo. Corro el riesgo que acepto, como cuando me pongo delante junto a otra gente en los encierros,esperándote cada año para vivir esta Pamplona contigo. Nueve dias que son más intensos todavía teniendote cerca mientras lees a Hemingway desde el balcón de mi casa y miras como las luces se apagan donde nuestra vida descansada, y guarda el sueño siempre de querer volver.

Un día de Julio – Carlos Navarrete Pablo-Romero (Pamplona, Navarra)

Me levanto. Ducha. Pañuelo al cuello. Dianas. Compro el diario. ¡A San Fermín pedimos…! . Suerte, nos vemos luego. Bom-bom, bom-bom, 180 pulsaciones. Corro. ¡Abre toro, abre toro! Manada. Cabestros escoba. Abrazos, caldo y desayuno. Baile. Gigantes. SAN FERMIN. Aperitivo. Comida y patxarán. Siesta. A los toros. Lololololololololololo. Langostino. Banderillas. Chica ye-ye. Oreja y vuelta al ruedo. Sangría. El Rey. Merienda. Escoces y gintonic. Salida de las peñas. Mi caballo tira pa´lante, mi caballo tira pa´tras. Estafeta. Toro de fuego. Gintonic. Peñas. Cena. Peñas. La última. Ahora de verdad, la última. ¡Ojo! pedazo de guiri, ¿Arkansas?. Besos, uno rápido (mejor dos) y a dormir. Me levanto. Ducha. Pañuelo al cuello…..¡Pasa tan deprisa, que no da tiempo a vivir la fiesta!

Pobre de mi – José Miguel García Avilés (Molina de Segura, Murcia)

BEBÍ LOS MEJORES CALDOS, COMÍ LAS TAPAS MÁS EXQUISITAS, CONOCÍ UNA CIUDAD INCREIBLE Y HABLÉ CON SUS HABITANTES, HICE MILLONES DE AMIGOS DE DISTINTAS NACIONALIDADES (AUNQUE ALLÍ ERAMOS TODOS PAMPLONESES POR UNOS DÍAS), CORRÍ DELANTE DE LOS TOROS (E INCLUSO A VECES DETRÁS) Y EN DEFINITIVA, DISFRUTÉ DE TODAS Y CADA UNA DE LAS POSIBILIDADES QUE ME BRINDÓ LA FIESTA MÁS FASCINANTE DE CUANTAS HE CONOCIDO. EL ÚLTIMO DÍA DE LAS FIESTAS, MUY CANSADO POR LOS EFECTOS SECUNDARIOS DE LOS EXCESOS A LOS QUE INVITABA UN AMBIENTE TAN ALEGRE Y FESTIVO, MI CUERPO DIJO BASTA Y ME DERRUMBÉ EN UNA ESQUINA QUE ME PARECIÓ ENTONCES EL LUGAR MÁS CÓMODO DEL MUNDO. ADEMÁS, LAS FIESTAS TOCABAN A SU FIN Y ERA EL MOMENTO DE RELAJARSE. ALLÍ ACOSTADO, ME SENTÍA TAN BIEN, QUE PENSÉ QUE NO HABRÍA NADA NI NADIE (BUENO, A LO MEJOR UNA GRUA), QUE HICIERA QUE ME INCORPORASE. CUANDO DE PRONTO, OÍ COMO LA GENTE EMPEZABA A ENTONAR EL \»POBRE DE MÍ\» E IMPULSADO COMO POR UN MUELLE ME INCORPORÉ Y ME UNÍ A AQUEL CORO DE VOCES DISPUESTO A DISFRUTAR HASTA EL ÚLTIMO SEGUNDO, DE SIN DUDA, LA MEJOR FIESTA DEL MUNDO.