Tic-Tac, tic-tac…; Tic-tac, tic-tac… – Carlos Lacunza Juangarcía (Pamplona, Navarra)
7:56 de la mañana. Tic-tac, tic-tac… El tiempo parece detenerse. Javier mira una y otra vez su reloj. Tic-tac, tic-tac…¡Maldita sea! ¡Este reloj se ha parado! Tic-tac, tic-tac… Por el contrario su corazón late desbocado queriéndose abrir paso entre los botones de su camisa blanca. Tic-tac, tic-tac… Javier sólo espera que sus piernas respondan en apenas 3 minutos tan rápido como lo hace ahora mismo su órgano vital. Tic-tac, tic-tac… Aprieta el puño arrugando el periódico. Trata de aliviar tensión pagándola con el papel. Tic-tac, tic-tac… Los mozos, unos a otros, se sonrien con sonrisa fingida, tratan como pueden de ocultar su miedo, pero sus ojos les delatan, tic-tac, tic-tac… El tiempo aunque a Javier no se lo parezca, corre, vaya que si lo hace, tic-tac, tic-tac… Un último canto al santo patrón, tic-tac, tic-tac… Ya no hay vuelta atrás, tic-tac tic-tac… últimos momentos de espera, tic-tac, tic-tac… ultimos rezos en la intimidad de cada uno, tic-tac, tic-tac… una mecha encendida, tic-tac, tic-tac… un cohete al aire, tic-tac, tic-tac una explosión de polvora y adrenalina, tic-tac, tic-tac… y las puertas, tic-tac, tic-tac… que al fin se abren, tic-tac, tic-tac…
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Mis únicos Sanfermines – Abelardo Martínez García (Moncada, Valencia)
Era a finales de Junio de 1981, tras un largo trayecto en trenes al fin llegamos a Pamplona; ese año al fin vería los Sanfermines, pero no como un turista más, si no como un soldado destinado en Aizoain. El primer día de Sanfermines lo pasé en una garita del Gobierno Militar, carcomido por la envidia de no poder disfrutar de la fiesta; oyendo los gritos, la algarabía del gentío deambulando de un sitio a otro, las charangas y las procesiones de trajes blancos y pañuelos rojos, justo debajo de la garita que me tocaba cuidar; y yo sin poder abandonar el fusil, sin poder mezclarme entre las gentes y empaparme de la fiesta y de la magia de Pamplona.
Al tercer día pude salir, de paisano claro está, chateé por los bares de la calle estafeta, mezclado entre la gente, como cualquier otro turista o vecino de Pamplona; bebí, canté, bailé y reí; me mezclé entre las charangas, hice amigos y me sentí como en casa, nunca mejor dicho. Ya no recuerdo mucho más, tan solo el despertarme en el calabozo del cuartel; según me contaron volví de madrugada cantando ¡Viva San Fermín! algo indispuesto, pero feliz, muy feliz
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La lucha contra el mundo – Francisco Cerda Moya (Santa Cruz de Tenerife, Canarias)
Muchas veces la gente me para y me dice que parezco un idiota, que salir a la calle y participar en un encierro es una tontería. Para mi ellos se equivocan, o más bien no comparten mis ideales. Es una sensación extraña estar en un encierro. No se muy bien como decirlo, pero es como enfrentarse a todos los males de mi vida, es cierto que huyo del toro, animal fuerte como el que más, pero el ser capaz de dejar atrás a la bestia, es para mi como ser capaz de dejar atrás todos mis problemas, y ser libre.
Llego a la fiesta muy temprano, esperando a que tiren el chupinazo, hoy es un gran día, hoy me enfrento al mundo.