OBRAS DEL II CERTAMEN MICRORRELATOS DE SAN FERMIN 2


EL GUIRI EN LOS SANFERMINES – María del Carmen Guzmán Ortega (Málaga,, Andalucía)

A mí gustaa mucho San Feemines. Yo vengo todos años a coguee delante de los touros. Soy de la N.B.A, mido dous metros treinta. ¡Oh boy! Esto see mucho divertido. Españoles see baguitos y poo eso cogue touro. Yo, como soy alto, abro mis pieenas y touros pasan poo debago y no hieren mí.

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RESPETO – Miguel Ángel Giral de Lamo (Paracuellos de Jarama, Madrid)

Había amanecido en Pamplona. Eran las ocho de la mañana y Jorge se encontraba algo mareado por el exceso de alcohol de la noche anterior. Se oyó el chupinazo y él corrió hacia la calle Estafeta. Quería ver pasar a los astados. Se asomó por entre las maderas que daban acceso a la calzada. Lo vió venir, era grande y negro y le miraba fijamente. Jorge se sintió atraído por esa bestia, retado por ese monstruo de más de quinientos kilos que bajaba desafiante. Un instinto ancestral de competencia con el animal le arrojó a la calle. Corrió y corrió hasta que no le quedó aliento, hasta que sus venas se hincharon por el esfuerzo y sus músculos se tensaron haciendo que le dolieran las piernas. Pero el animal era más rapido y le alcanzó en unos pocos segundos. Se mirarón durante unas décimas de segundo. Jorge comprendió, el animal pareció también comprender. Y Jorge por un instante, antes de buscar refugio en un portal de la calle entendió perfectamente cuál era esa realción arraigada en el naturaleza, genética, entre el hombre y la bestia. Empezó a respetar al animal

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CARTA AL EDITOR – Mª Amaya Carro Alzueta (Pamplona, Navarra)

Desde la habitación de un hotel de una pequeña ciudad, un americano de barba canosa escribía:
“Querido editor:
Ya sé que prefieres que centre la novela en mis experiencias, sobre todo con las mujeres y el vino; pero debes saber que estas fiestas son mucho más. No podrías imaginar como en unos segundos, la ciudad tranquila se transforma en un espectáculo de alegría, de pasión, de amor por la vida y duelo a la muerte. Las mujeres recatadas del día anterior, son ahora jovencitas traviesas que se dejan cortejar por los mozos. Aquí hay sitio para todos, niños, jóvenes y viejos; de aquí o de allá. Hay momentos en el día para el regocijo, la buena mesa y el buen vino; pero también para la devoción. Hay reyes de tamaño colosal que bailan girando sobre su eje y monstruos de enormes cabezas que persiguen a niños regocijados a la par que asustados.
Sé que quieres que mi relato llegue al público americano y que tendré que omitir vivencias que no sería capaz de entenderlas quien no pudiera vivirlas por sí mismo. Quizá invitarles a venir sea nuestra labor.
Se despide desde Pamplona, a 13 de julio de 1925,
Ernest”


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