Obras III Certamen Microrrelatos San Fermín


Título   De blanco y rojo                      Autor  Ayesa Sagüés,             Miriam

Mientras planchaba su ropa blanca con cuidado, sus pensamientos vagaban anticipando los acontecimientos que le aguardaban aquellos días. Era ya casi una tradición apostarse todas las noches junto al viejo castaño de la Vuelta del Castillo y contemplar sobrecogido los deslumbrantes y atronadores fuegos artificiales. Después le esperaba una noche repleta de diversión: verbenas en la calle, peregrinaje por los bares… Lo que más le gustaba era el ambiente distendido y la cordialidad que emanaba toda la gente en San Fermín. Con suerte podría entablar conversación con algún grupo de “guiris” y poner en práctica su ya un tanto olvidado Inglés. Al amanecer acompañaría la salida de los primeros rayos del sol con un reconfortante chocolate con churros, pues este año quería disfrutar también de la fiesta diurna. Ansiaba dejarse envolver por el clamor de los cánticos de los pamploneses en la Procesión, y por el entusiasmo de los niños al observar el paso de los majestuosos gigantes. Al salir del portal le recibió el cálido aroma de la fiesta y se vio arropado por una muchedumbre bulliciosa. Esbozó una gran sonrisa y sin más dilación se anudó el pañuelo rojo dispuesto a disfrutar intensamente de nueve días inolvidables.  

Título   FERMÍN, EL FIRME                        Autor  Salazar de León,         Rogelio

FERMÍN, EL FIRME Orientarse hacia los mensajes enviados por el hijo de María y ser hijo de un cónsul de Roma durante la época cruel de Diocleciano, ya pueden ser algunas señas de identidad, si se agrega que éste lleva por nombre la Firmeza, se tiene el diseño completo de un destino que se aproxima a la catástrofe y a la grandeza. Por entonces, ir a Francia era ir a la Galia, provincia que durante aquellos días no había dejado de ser un tumulto sangriento; sumar a esto el filo de una lengua capaz de provocar, capaz de pinchar, capaz de seducir, bien puede llegar una conclusión de martirio y eternidad. De aquel viaje desde Navarra través del Pirineo, además de los rigores normales, cabe imaginar algunas escenas que pudieron ser frecuentes y hasta reiteradas, una de ellas bien pudo ser de índole pastoril, y que coloque al Firme peregrino atravesando una pradera, empeñado en una marcha inquebrantable y equipado de un ánimo imperturbable, rodeado por robustos y salvajes toros de aspas desmedidas y finas; el lance pudo suceder sin que fuese buscado por el hombre ni por el animal, lo cual no impide que sea el presagio de una fiesta sin fin.

 

Título   Agua               Autor  Cormenzana López,    Roberto

Un solemne silencio y un estruendo; y todas las cuerdas vocales aclaman a un santo. Y entonces, la intangible presa se derrumba y se desparrama la marea humana, calada de sudor y vino achampanado, de desaforada euforia y voluptuosos anhelos. Conquista Zapatería y Mercaderes, bailando al son dictatorial de trompetas y saxofones, y alzando su mirada implora: «¡agua, agua!», vertida por circunstanciales siervos de la fiesta, desde balcones y ventanales; desde los mares del cielo. Agua fresca que subyuga al calor y cae sobre ti, insolente. La camisa se te pega al cuerpo y abraza tu silueta. Alzas los brazos, cierras los ojos, gritas al sol del mediodía, que acaricia tus mejillas con sus anaranjados dedos, y te dejas mecer por los pasacalles de Don Manuel, que vienen y van a su antojo. Apostadas tras la barandilla, unas chiquillas te contemplan hipnotizadas. Las miras, saludan agitando sus manitas y provocan tu radiante sonrisa. Alguien te ha coronado con un sombrero de safari, de esos que llevaba el Emperador del Bolígrafo cuando reinaba en el Paseo Valencia. Se ha consumado el bautismo. Ya te anudas al cuello el pañuelico que rodeaba tu muñeca, y te ciñes la faja (ayayayay), antes de alejarte lentamente por Chapitela.