Me había sentado ante la pantalla con la intención de escribir sobre otro tema totalmente diferente, pero tras leer el artículo de ayer de Marcelo (todavía me estoy partiendo el haba), no he podido menos que liarme a garabatear estas líneas sobre el difícil arte de comerse una rosca.
Lo primero de todo decir a los lectores en general lo siguiente: no penséis que es cierto ese mito de que en San Fermín se pilla más que el resto del año.
No señor, lo que pasa es que en todo caso los mismos de siempre, en vez de apuntarse algún tanto, lo que hacen es darse un atracón. El resto de los mortales proseguimos con nuestra dieta/ayuno habitual.
Eso como ya lo sabemos los de casa, pues no nos llamamos a engaño y procuramos pasarlo lo mejor posible sin necesidad de andar todo el santo día detrás de todo lo que se mueve para intentar hincar el diente a algo (por cierto, que el repelente más potente para ahuyentar a las mozas es que te vean cara de que vas a la caza y captura de forma desesperada).
Eso me recuerda un domingo a la mañana que me cruce con una cuadrilla de becerros que habían caído por Pamplona para ‘disfrutar’ de las fiestas. Parece que los muchachos no se habían comido una rosca a pesar de sus continuados esfuerzos y por eso estaban más quemados que arpavieja y despotricando de ‘estas fiestas de mierda’ (yo para mis adentros me partía la caja y pensaba ‘joderse, que pensabais que esto era Sodoma y Gomorra y os iban a salir callos en el lapicero y resulta que os habéis encontrado con un claustro de Cartujos’).
En resumen lectores, en fiestas hay que intentar disfrutar del ambiente, la calle, los toros, las txarangas…. y si acaso en una de estas sonase la flauta por casualidad como dice Marcelo, pues mejor oye.
Y es que el tema da para mucho….
Si es que para ligar ya tienes todo el año; en San Fermín hay que centrarse en lo importante.
Y es que algunos, más salidos que el pico de una plancha, intentan ligar hasta en el Sadar.
Esta claro que las fiestas hay que disfrutarlas sin mirar con quien y gozarla, y no ir como minguis detras de mozas que no te hacen ni puñetero caso, pero, lo cierto es que un caliqueño alegra las fiestas. Digamos que rebaja la tension.
Como dice pamplonudo rebaja la tensión, pero más vale no depositar todas las ilusiones en sanfermin en pegarte un hamarretako, porque igual se te queda un cara de pringado de aquí a París.