Hay gente que piensa que una vez pasados los Sanfermines se acaban las ganas de juerga de la ciudadanía pero nada más lejos de la realidad. Aparte de la infinidad de pueblos en fiestas, en nuestra ciudad tienen lugar distintos eventos festivos, principalmente en el Casco Viejo, a lo largo de estos meses.
Ya han pasado las fiestas de Santo Domingo y San Lorenzo, en los últimos años las calles San Agustín y Calderería también se animan a celebrar su fiesta y todo desembocará a finales de septiembre con San Fermín Txikito.
Estas fiestas, organizadas por y para los de casa (asociaciones de vecinos, grupos culturales, peñas y gente anónima) y con el apoyo de hosteleros y comerciantes, demuestran, a mi juicio, dos cosas. Primera, que Pamplona-Iruña cuenta con un riquísimo tejido cívico, dispuesto a invertir su tiempo libre y escasos recursos económicos en la organización de acontecimientos que favorecen la cohesión social, pese a las pegas y trabas planteadas por cierta institución de todos conocida. Y segunda, que somos capaces de celebrar unas fiestas en las que disfrutamos los de aquí y todos aquellos que vienen y saben integrarse en ellas.
A veces echo de menos ese mismo ambientico y talante en Sanfermines. ¿Os pasa igual?
Yo prefiero que se mantenga la macrofiesta sanferminera,y que el txikito quede para los de aqui.Para que las disfrutemos con ganas.De todas formas creo que en Sanfermines tambien se puede encontrar ese ambientico ,sobretodo en calles miticas de lo viejo,con sus mesas en la calle y su ambiente jatorra.
Aunque San Fermin txikito también tiene su cosa, yo personalmente no hay nada que eche a faltar en las fiestas grandes.
El txiki es un poco fiesta de barrio y no un sucedáneo de Sanfermin.
La verdad es que mucha gente desconoce esas fiestas pequeñas, de calles del Casco Viejo. La verdad es que los que viven en el son los que màs puedan disfrutarlo, ya sea por cercanìa o porque reciben màs informaciòn sobre estas fiestas. Yo insisto como siempre en que nuestro deber es enseñar estas cosas a los niños, para que empiecen a querer a su ciudad, a sus fiestas, sus costumbres, etc.