Ya de noche, después de un intenso día de dianas, encierro, almuerzo, gigantes, vermut torero, mulillas, toros y salida de las peñas, estaba derrotada. Ni siquiera sus venti pocos años eran garantía de poder sobrellevar tantos momentos y tanta emoción.
Para cenar, pillaron bocatas en las casas regionales y en la mediana de la avenida del ejército, sentados en la hierba, cenaron esperando los fuegos.
Sin pensarlo se quitó las bambas y se soltó la coleta intentando aliviar el cansancio acumulado. Agitó su pelo con la yema de los dedos, con firmeza. El la miraba de reojo embrujado, casi furtivamente, mientras la suave brisa de una noche cualquiera en un mes de julio se colaba entre su tostada melena.
Tumbados, exploraron el mágico firmamento, recorriendo las estrellas en busca de las que debían estar allí, repasando sus nombres, imaginando entre risas el mismo firmamento y el mismo momento mañana y 20 años más tarde.
¿Crees que esto será así siempre?, preguntó ella.
No lo sé bruja, pero disfrútalo, despacito, sin prisa, saboreando la magia de todos los momenticos que te regala San Fermín, así, esa sensación que te envuelve cada instante será tu recuerdo mañana, y eso, sí será tuyo para siempre.
Sonia Vidal Rico